Vista general de los trabajos arqueológicos de este verano.

TW
0
MARTA BERGAS Después de cinco años de inactividad arqueológica en la necrópolis de Son Real, este verano se han reiniciado los trabajos de restauración de tumbas en Sa Punta de's Fenicis, un enclave privilegiado junto al mar encuadrado en el municipio de Santa Margalida. Un tesoro de belleza y valor arqueológico incalculable, algunos de cuyos restos se remontan al siglo VII a.C. Era la Edad de Hierro en Mallorca. Y un dato más: se trata de tumbas de caciques y caudillos, por tanto, de élites guerreras.

Damià Ramis y Jordi Hernández, directores arqueológicos, y Margalida Munar, directora de restauración, han conseguido culminar el proyecto de este año con éxito: restaurar treinta tumbas de las 130 que contiene la necropólis. Terminado el trabajo de este verano, ya son sesenta las tumbas restauradas.

Los resultados no son nada desdeñables para Damià, Jordi, y Margalida que han conseguido reunir a un equipo de siete profesionales que se ha empleado a fondo para sacar el máximo rendimiento a treinta días de excavaciones intensas. Este año, además de la restauración de los cubículos funerarios, los trabajos han sacado a la luz una serie de hallazgos de un valor arqueológico excepcional. Se ha confirmado que las tumbas son de una construcción perfecta. Además, se ha comprobado que los enterramientos de Sa punta de's Fenicis se hacían, en su mayor parte, colocando los cuerpos en posición fetal y atados con una mortaja. Junto a los cuerpos, muchas veces ha sido posible encontrar ofrendas funerarias e incluso «huesos de toro», añade Damià Ramis. Todo ello, contribuiría a confirmar la importancia que tenía en la Edad de Hierro el rito funerario.

Además, las excavaciones se han saldadado con otra maravilla surgida en el yacimiento de Son Real: algunos cráneos con trepanaciones, orificios practicados en la base de la cabeza. Estas oberturas significarían que ya se llevaban a cabo intervenciones quirúrgicas rudimentarias. Damià Ramis baraja la idea de que se trate de prácticas médicas destinadas a aliviar la presión craneal en aquellos casos en los que un tumor estuviera comprimiendo el cerebro.

En 2002, última incursión de los arqueólogos en el yacimiento, los trabajos sirvieron para recuperar los restos humanos que los terribles efectos del temporal de 2001 había dejado al descubierto. Este año, se ha seguido trabajando sobre esa línea, salvar los restos humanos y las tumbas más castigadas por el azote del viento y el mar de hace cinco inviernos. La violencia climática fue tal que las manifestaciones arqueológicas de S'Illot de's Porros, que también se inscribe dentro de los terrenos de Son Real, quedaron prácticamente barridos.