La Reina, sus acompañantes y las autoridades posaron ayer en el Auditórium. Foto: MIQUEL ÀNGEL CAÑELLAS

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MARIANA DíAZ La Reina presidió la gala a beneficio de la fundación que lleva su nombre en la que el bailarín Àngel Corella interpretó Corsario con algunos de los jóvenes talentos que formarán parte de la compañía que está creando.

El acto, organizado por la Real Fundación Hispania y la Fundación Àngel Corella, con el apoyo del Grup Serra, llenó de glamour el Auditòrium de Palma y sirvió para que Francesc Antich, president del Govern, y Francina Armengol, presidenta del Consell Insular de Mallorca, se estrenaran en una gala en la que al lado de la solidaridad brillaron los bronceados y los trajes elegantes. Representando a Cort estuvo la regidora Cristina Cerdó, alcaldesa en funciones.

La Reina, siempre puntual, llegó poco antes de las 22.00, hora prevista para el inicio de la gala, y las autoridades, excepto Antich, la esperaban en la puerta, donde debió ser informada de que el president se retrasaba porque al entrar en el vestíbulo del Auditòrium, y ver a los fotógrafos dispuestos, pudimos oír que decía sonriendo: «¡El presidente, el presidente!», como explicando que aún era pronto para la foto oficial. La Reina llegó acompañada de su gran amiga Tatiana Ratchild, y del esposa de la misma, el doctor Froucheau, así como de la princesa Alia de Jordania.

Tanto la Reina, como sus acompañantes y las autoridades, entre las que también figuraba Ramon Socías, delegado del Gobierno, amenizaron la espera al president charlando. Una vez que la primera autoridad balear y su esposa Conxa hicieron acto de presencia, todos se dispusieron a posar para inmortalizar un acto al que las pasadas elecciones pusieron caras nuevas.

La Reina y las autoridades ocuparon uno de los palcos del Auditòrium, con doña Sofía y Antich en primera fila, y el público la recibió con una gran aplauso que ella correspondió poniéndose en pie.

Al finalizar el espectáculo estaba previsto que doña Sofía subiera al escenario a saludar a Àngel Corella y a sus bailarines que interpretaron un ballet original del coreógrafo Joseph Mazilier basado en un romance trágico de lord Byron en el que el bailarín madrileño interpretó al esclavo Ali.

Fue una gala de verano que unió el arte y la solidaridad.