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EFE/ J.CLIMENT El pintor, grabador y escultor español Pablo Palazuelo (Madrid, 1915) falleció ayer en su ciudad natal a los 91 años. La obra del artista evolucionó del arte figurativo y cubista de sus inicios, influenciado por Kandinsky y Paul Klee, hacia una abstracción geométrica regida por una mezcla de leyes de la naturaleza y componentes de la matemática. De apariencia sencilla, sus obras esconden una enorme complejidad.


Palazuelo, que estudió arquitectura en Madrid y posteriormente en Oxford, se entregó de lleno a la pintura a partir de 1939 y gracias al apoyo de su madre.

Becado por el gobierno francés, el artista se desplazó a París en 1948, donde expuso sus primeros dibujos abstractos. Allí conoció a Eduardo Chillida, con quien forjó una gran amistad y compartió inquietudes artistas.

En 1969 regresó a España donde, instalado en Cáceres, siguió experimentando con la plástica y desarrollando paralelamente su faceta como escultor.
El artista, que expuso en los principales museos europeos y americanos, recibió reconocimiento con numerosos galardones a lo largo de su carrera, entre ellos, el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1999 y el Premio Veláquez en 2004 por su trayectoria artística.

Tras su muerte no han tardado en producirse las primeras reacciones de condolencia entre los compañeros del gremio políticos.
El ministro de Cultura, César Antonio Molina, consideró ayer «una gran pérdida para el mundo de la cultura» el fallecimiento del artista, «una de las figuras fundamentales del arte abstracto de la segunda mitad del siglo XX».