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M. GARCIAS Flavie Durand-Ruel (1971), descendiente directa del marchante del impresionismo Paul Durand-Ruel, ofreció ayer una conferencia bajo el título Paul Durand Ruel, amic i marxant dels impressionistes. El acto, organizado por el Club y presentado por el escritor y periodista Guillem Frontera, tuvo lugar en el Museu Es Baluard.

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La documentalista e historiadora del arte ha realizado un trabajo documental sobre su tatarabuelo a partir del estudio de los archivos, dietarios y, sobre todo, de «la documentación epistolar que mantuvo el marchante con los artistas más revolucionarios del siglo XIX». Según explicó la joven historiadora, «la tarea me ha llevado a redescubrir una trayectoria y una herencia familiar extraordinaria».

Apoyo incondicional
Paul Durand-Ruel (1831-1922), hijo de Jean Durand y de Marie Ruel, creció en un entorno artístico ya que sus padres, dueños de una papelería en París, intercambiaban material pictórico con obras de arte como forma de pago. «Las obras no sólo se vendían, sino que la burguesía emergente las alquilaba para lucirse en eventos puntuales o para practicar la copia de las pinturas», explicó Flavie Durand-Ruel, quien añadió que «si en un principio Jean Durand abrió una sala para la exposición y venta de las obras, no fue hasta 1939 que el negocio se transformó en galería de arte y centro de ventas públicas», puntualizó la historiadora y actual directora de archivo.

Muy pronto, su hijo Paul se hizo cargo del negocio, dejando de lado su formación militar. «Paul apoyará a la Escuela de Barbizon, pero no dudará en viajar a la búsqueda de nuevos talentos visitando otras ciudades como Burdeos, Lyon, Holanda o Ingalterra».

El carácter inquieto y curioso del joven galerista ha sido visto, según Flavie Durand-Ruel, bajo varias premisas que dieron paso a la formación de un nuevo papel comercial, el intermediario entre el artista y el espectador: la figura del marchante. «Su política fue, en primer lugar, la exclusividad. Paul, aunque no firmara contratos con los artistas, les proporcionaba y subvencionaba el material». Otra característica que fomentó el marchante fue «afianzar las exposiciones individuales con el fin de poder descubrir talentos, así como, montar una red de galerías a nivel internacional». La documentalista también destacó que para su tatarabuelo fue esencial «relacionar el arte con las finanzas, porque Paul sufrió varias crisis económicas y tuvo que pedir el apoyo de banqueros y amigos».

Paul Durand-Ruel editó dos revistas sobre arte que, aunque apenas existieran poco más de dos años respectivamente, «fueron ejemplo del interés del galerista francés por relacionar el arte con la prensa», aseguró la historiadora. Las revistas que publicó son: Revista internacional del arte y la curiosidad y Arte de los dos mundos.

Otra premisa de Paul Durand-Ruel fue el coleccionismo y el apoyo incondicional a los artistas. «Por ejemplo, durante la Communa de París, en 1871, Courbet fue arrestado y Paul escondió sus obras», aseguró la joven archivera, quien añadió que lo más importante que hizo su antecesor fue «proteger el arte ante todas las cosas».

En el año 1862, el mecenas Paul Durand-Ruel traslada la galería a la Rue de la Paix, de París, «cerca de la plaza Vendome», y especializa el negocio en la obra de la escuela de Barbizon, exponiendo obras de distintos artistas como Rousseau, Corot, Millet, Bonard o Courbet, entre otros.

Sin embargo, pocos años después, debido a la guerra franco prusiana, Paul abre en 1870 una galería en Londres. «Será en la capital británica donde conozca a Monet y a Pissarro», explicó la documentalista francesa. Un año después regresa a París y conoce a Sisley, Renoir, Degas y Manet, de quien compra toda su obra, unas 23 piezas entre las cuales se encontraban El guitarrista, El Cristo y los ángeles, El torero muerto, El filósofo, El Pífano, entre otras.