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AGENCIAS-EE UU

Hollywood se quedó ayer sin uno de sus actores más reconocidos. Charlton Heston, protagonista de clásicos como Ben-Hur o El Planeta de los Simios, falleció en su casa de Beverly Hills a los 84 de años de edad, tras una lucha con una enfermedad degenerativa similar al alzhéimer.

Para la memoria, quedan su centenar de interpretaciones, pero también su presidencia durante cinco años de la Asociación Nacional del Rifle, que le convirtió en líder de un movimiento en una época en la que sus apariciones delante de la cámara se hicieron cada vez más inusuales.

Heston, nacido el 4 de octubre de 1924 en el estado de Illinois, murió en su casa de Beverly Hills rodeado por sus seres queridos, según informó su familia a través de un comunicado. «Le conocimos como un adorable marido, un amable y devoto padre y un gentil abuelo, con un contagioso sentido del humor», explicó la familia en su nota. «Amó profundamente, y fue profundamente amado», añadía dicho texto, que no da información concreta respecto a los actos de despedida, aunque sus allegados ya han expresado la intención de que el funeral se celebre de la forma más íntima posible.

Heston alcanzó la fama por sus interpretaciones de personajes bíblicos, como Moisés en Los diez mandamientos (1956) o Judah en Ben-Hur (1960), película con la que consiguió el Oscar al Mejor Actor. Otro de sus papeles más reconocidos, y en un registro completamente distinto, fue el de la saga de ciencia ficción El Planeta de los Simios. Son sólo tres ejemplos de las 126 películas en que participó, si bien en los últimos años permanecía retirado, ya que su último papel fue el de un cirujano en el campo de concentración nazi de Auschwitz en una película de 2003. A su avanzada edad, se añadió como causa de la retirada la enfermedad degenerativa, cuyo padecimiento confirmó públicamente Heston en un vídeo en el año 2002.

Las ideas de Heston fueron definidas por el propio actor en 1999, en un discurso proclamado en la Escuela de Derecho de Harvard, donde lamentó la «guerra cultural» en la que se encuentra, a su juicio, inmersa la sociedad estadounidense, amenazada por la «corrección política». «Marché con negros en los años 60 a favor de sus Derechos Civiles, antes de que estuviera de moda, pero cuando dije el año pasado que el orgullo blanco es tan importante como el orgullo negro, el rojo, o el de cualquiera, me llamaron racista; he trabajado con homosexuales de extraordinario talento durante toda mi vida, pero cuando dije que los derechos de los homosexuales no deberían ir más allá de los míos o de los vuestros, me llamaron homófobo». En 1963 se encontraba junto Martin Luther King en Washington durante el célebre discurso en el que el activista dijo tener el sueño de una sociedad sin racismo. No en vano, durante esa época, el actor se erigió como un firme defensor de las causas de King, de quien era amigo personal.