Los escritores descubren 'los secretos' de la Seu para celebrar Sant Jordi

La Catedral de Palma, repleta de visitantes, les esperaba. Las firmas más destacadas de la literatura, que se escribe en y desde Mallorca, se reúnen en las puertas del Museu de la Seu para dar la bienvenida al Dia del Llibre, una celebración que en España se remonta al año 1926 y que se conmemora este miércoles 23 de abril.

Los escritores Antònia Arbona, Federico Gallego, Antònia Vicens, Carlos Meneses, Rosa Planas, Alexandre Ballester, Biel Safrafín, Joan Guasp, Àngel Terrón, Javier Cánaves, Miquel Àngel Lladó, Rafel Crespí, Antoni Oliver, Neus Canyelles, Rosa Maria Colom, Miquel López Crespí, Maria Ferrer, Antonina Canyelles, Biel Florit, Vicenç Calonge, Martí Santandreu, Lluís Servera, Miquel Ferrà, Gabriel Janer Manila, Àlex Volney, Guillem Rosselló Bujosa, Antoni Vidal Ferrando, Miquel Àngel Vidal, Miquel Mas, Miguel Segura y Miguel Sbert se sumaron este año a la celebración. Una cita anual, un reencuentro entre autores, cuya literatura compartirá protagonismo y espacio en los puestos de libros que el miércoles se instalarán en Palma y en la Part Forana para conmemorar Sant Jordi. Como ha sucedido en los últimos años, el buen tiempo no acompañó del todo. A las 11.00 de la mañana, los escritores, guiados por el presidente del Cabildo, Joan Darder, entraban en el templo gótico para concentrarse en el altar mayor. Las referencias históricas del espacio y las explicaciones sobre la obra del Antoni Gaudí por parte del deán de la Seu atrajeron a los autores, algunos de ellos seducidos por completo por las particularidades del espacio, que nunca habían contemplado con tal proximidad. El baldaquino del artista catalán, que preside el altar mayor, o el mural cerámico motivaron algunas de las cuestiones de los escritores que, tras las primeras fotografías, descubrían que iban a visitar uno de los espacios más importantes de la Seu, la Capella Reial o de la Santíssima Trinitat. Una imagen panorámica privilegiada de la Seu. Joan Darder destacaba la relevancia de esta zona del edificio, presidida por los féretros de Jaume II y Jaume III, a la que algunos autores no pudieron subir por la complejidad del acceso.