C. DOMENEC x BARCELONA
Arnau Pons recibió del Institut Ramon Llull (IRL) el encargo de realizar un libro sobre la relación entre las culturas alemana y catalana. El poeta, crítico y traductor mallorquín y la eslovena Simona Skrabec han reunido en Carrers de frontera los textos de más de un centenar de autores. «Es un reto para explicar a los europeos lo que es la cultura catalana», definió Pons.
El Llull ha editado el volumen con la colaboración de KRTU en una doble versión catalana y alemana, que consta de 465 páginas. «Hemos planteado un proyecto de análisis profundo de la relaciones entre las dos culturas y, en especial, de las huellas de la cultura alemana en la cultura catalana en los siglos XIX y XX, en ámbitos diversos como el pensamiento, el arte o la arquitectura, pero muy especialmente en la literatura», escribe en el prólogo Josep Bargalló, director del IRL.
El Institut prepara un segundo volumen de Carrers de frontera que se presentará en la próxima edición de la Feria del Libro de Fráncfort y que incidirá en la época contemporánea con autores vivos, hará hincapié en las artes plásticas y en la presencia actual de Alemania. El primer tomo empieza en el movimiento de la Renaixença.
Las referencias a los creadores de Mallorca se suceden en el libro. Los primeros capítulos cuentan con imágenes de tres esculturas de Miquel Barceló. Se trata de tres bustos de Ramon Llull, Ausiàs March y Joanot Martorell realizados con heces de burro. Carrers de frontera representa una empresa de carácter enciclopédico, con ensayos de 140 autores y una tendencia al rigor y la crítica. «Es una propuesta alternativa a la visión institucional en la que no hemos dado prioridad a los escritores del establishment», mantuvo Pons, quien contó que «quería explicar la cultura catalana en clave alemana para facilitar las cosas».
Para el erudito, «el papel de Mallorca en Fráncfort ha sido anecdótico». En Carrers de frontera se cita a Blai Bonet «para que el público alemán lo descubra ya que El mar se ha traducido a ocho idiomas, pero aún no al alemán». Ferran Robles dedica un capítulo al arxiduc Lluís Salvador donde Enric Casasses lo relaciona con Verdaguer. Joan Julià-Muné repasa la tarea como rondallista de Antoni M. Alcover, su paso por las universidades europeas y reproduce una carta a Bernhard Schädel. Maria Antònia Perelló escribe de Joan Alcover y el romanticismo alemán mientras que Damià Pons se fija en Guillem Nadal como traductor de Rilke, Mann y Benn. Víctor Sunyol recuerda la obra breve e intensa del mallorquín Andreu Vidal y Sebastià Perelló diserta sobre Llorenç Villalonga. Lluís Figuerola se fija en «la raíz helénica por vía directa del clasicismo de Jaume Vidal». El libro ofrece descubrimientos como un cartel propagandístico de L'Obra de la República a Felanitx.
Simona Skrabec ha coordinado los contenidos del libro. En Carrers de frontera, junto a Pons, se preguntan la causa de que «Friedrich Nietzsche, Franz Kafka o Peter Szondi fueran traducidos al catalán antes que al castellano». Los dos comisarios mantienen que «muchos autores catalanes han buscado en la literatura y en el pensamiento alemán una especie de modelo o significación».
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