El fotógrafo mallorquín Toni Catany, en su casa de Barcelona. Foto: CARLES DOMÈNEC

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C.DOMENEC x BARCELONA

En la casa del fotógrafo Toni Catany (Llucmajor, 1942) los objetos que recuerdan sus viajes por el mundo se integran de forma refinada en unas estancias de altos techos, llenas de claroscuros por la luz que entra sólo a medias a través de enormes ventanales. En un ambiente insólito para el centro de Barcelona, por tranquilo, hay cruces de Etiopía, gorros africanos, estatuas de la India y fotografías de familia aunque no de la suya, que el fotógrafo ha comprado en mercadillos. En un lado de la casa está su estudio, donde aún hay conchas recogidas en el Caribe que el artista ha convertido en imágenes que sugieren el paso del tiempo y que se exponen desde el 6 de mayo en la galería Blanca Berlín de Madrid.

-¿Qué fotografías presenta en la muestra 'El tiempo y las cosas'?

-Una serie de bodegones en blanco y negro realizados con una cámara digital. Es mi cuarta o quinta época de bodegones. Empecé con los calotipos, después trabajé en blanco y negro y después en color en formato cuadrado, después con Polaroids transportados y ahora en digital, con copias con tintas permanentes y sobre papel de algodón. Son tirajes preciosos, de cuarenta por cincuenta centímetros.

-¿Ha cambiado en todos estos años su interpretación del bodegón?

-He cambiado y, además, cada vez he utilizado una técnica diferente. Sigo con los temas de los bodegones, pero, desde las flores, he pasado a las frutas y después he trabajado con conchas. Los elementos van cambiando. La técnica también es determinante. No es lo mismo la definición de una cámara Hasselblad que la Polaroid transportada con un resultado mucho más pictórico.

-Ahora, con las cámaras digitales, ¿qué escenario se encuentra?

-Lo digital me permite obtener una atmósfera especial y una iluminación muy diferente.

-¿Qué le interesa de las naturalezas muertas?

-A través de los objetos puedo expresar unos determinados sentimientos. Expresar sentimientos a través de los objetos tiene mucho que ver con la poesía, aunque no me sirve cualquier objeto. Retrato lo que me gusta. Las conchas, por ejemplo, las recogí en el Caribe y aquí, en Barcelona, durante el invierno, me provocan nostalgia de las playas y de esa temperatura.

-Son fotografías que evocan el paso del tiempo.

-El tiempo me ha preocupado y soy consciente de su paso, no sólo a través de los objetos, también en mis retratos de gente mayor con jóvenes. Es una de las pocas cosas que para todos es igual. El tiempo deja marcas y pasa muy rápido.

-¿Cuál es su próximo proyecto?

-Existe la posibilidad de exponer en Palma en septiembre. Sería una exposición sobre el Caribe. Hace veinte años expuse La meva mediterrània en el Palau Solleric. Estaría bien enseñar ahora las fotos de otro mar, después de tanto tiempo. Además, mañana Televisió de Catalunya me entrevistará en Mallorca para el programa De vacances. Han seleccionado a una serie de personas, algunos de ellos mallorquines como yo. Hablaré en mi paisaje.

-Ha ilustrado 'El martiri de Sant Sebastià', de D'Annunzio, traducido por Manel Forcano y editado por Moll.

-Son seis fotografías inspiradas en la iconografía clásica de Sant Sebastià. El texto sugería muchas cosas y me inspiré en algunos fragmentos.

-También ha trabajado en 'Visions de Tirant lo Blanc' para Lunwerg.

-Es un proyecto para fomentar la lectura de Tirant lo Blanc, que es un libro fantástico. Recurrí, por primera vez, al Photoshop para manipular las fotografías. En los bodegones no manipulo, únicamente aprovecho las posibilidades de la cámara digital.