El italiano Costantino Ruggeri (1925-2007), figura de renombre internacional en el campo de la arquitectura sacra, entendió la luz durante toda su obra como el concepto plástico de todas sus experiencias artísticas.
Ruggeri es el artista de la luz en la arquitectura sacra. Precisamente, ésta luz, que el artista quería potenciar con su proyecto de vitrales para la Capella de la Santíssima Trinitat de la Catedral de Mallorca, ha sido la que ha llevado a la ponencia técnica de Patrimoni a rechazar casi por unanimidad el trabajo que el franciscano italiano dejó como obra póstuma. Además, reconocen el estado «irregular» de conservación en que se encuentran los vitrales de Casa Amigó que se encuentran en la Santíssima Trinitat, pero afirman que, no por ello, son susceptibles de ser trasladados a la Capella del Sagrat Cor.
Los técnicos sostienen en sus conclusiones, según ha podido saber Ultima Hora, que la cantidad de luz que se filtraría por los vitrales de Ruggeri podría afectar a la percepción del espacio a nivel lumínico y cromático sobre diferentes elementos de la obra gaudiniana, como el baldaquino o también inferir en la luz densa que logró Gaudí durante su reforma. Además, Patrimoni cree que la obra de Ruggeri no tendría homogeneidad con la del artista catalán.
La profesora de la Universitat de les Illes Balears Mercè Gambús, historiadora del arte, que lidera el Grupo de Conservación del Patrimonio Artístico y Religioso y forma parte de la Comisión Diocesana de Patrimonio, se ha pronunciado al respecto. Gambús ha estudiado en profundidad el proyecto de Ruggeri y sostiene que «a través de los informes que disponía la ponencia técnica es imposible determinar esa conclusión». La historiadora explicó que, para ello, «es necesario recabar pruebas y más información técnica, como la que Ruggeri y su equipo sí han recabado tras sus estudios directos e in situ en el interior de la Seu».
Mercè Gambús explicó ayer que los técnicos sólo «han planteado la preservación del patrimonio», mientras que lo que se presenta, y ella defiende, es «una intervención del arte contemporáneo en el patrimonio» y, además, dar una continuidad a la historia de la Catedral, que «ha reformulado la imagen sagrada desde la estética contemporánea».
La profesora de la UIB aportó a los técnicos un informe historicoartístico complementario a la propuesta que presentó el Cabildo para la sustitución de los vitrales. En él, Gambús se remonta al proyecto de Gaudí para explicar que el artista «imaginó la Capella de Trinitat como el punto de luz de la Seu». El informe sostiene, además, que «la inacabada intervención de Antoni Gaudí tuvo su continuidad en la reforma iniciada en 1947 por el arquitecto Gabriel Alomar», y continúa apostillando que, con la intención de continuar con «la potenciación gaudiniana de la capilla como foco lumínico de la Catedral, se planteó la sustitución de los vitrales» de la Casa Amigó por «unos más luminosos que reforzasen la posición principal de la Capilla en el eje de la Seu». Finalmente, no se cambiaron por «la incertidumbre de los técnicos a efectos de conseguir unos vitrales de mérito».
La propuesta del Cabildo llega ahora siguiendo la defensa del canónigo Pere Joan Llabrés de sustituir la vidrieras de 1889.
El proyecto del franciscano incluye, además de presupuestos y maqueta, dos memorias. En una de ellas, se presenta un estudio técnico de las condiciones de luz de la Catedral a través de sus vitrales y rosetones, como explicó Mercè Gambús.
Ruggeri cuidó tanto la luz, que, según recoge el informe de la historiadora del arte, «desde el punto de vista técnicomaterial, los vitrales están proyectados en placas de vidrio soplado para que los rayos de luz, al atravesarlos, creen una atmósfera mística en el interior de la Seu».
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