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C. HEREDIA El arte se define como las creaciones mediante las cuales el ser humano expresa una visión sensible en torno al mundo que lo rodea. Desde ayer se podrá disfrutar en Palma de tres formas muy distintas de concebirlo con las exposiciones París, de Carlos Prieto; Guardians, de Jaume Espasses, y Should art be destroyed?, de Mercadal.

El Casal Balaguer es el lugar que ocupa desde ayer, y hasta el 27 de junio, la muestra París, de Carlos Prieto. En ella, el artista muestra su visión particular de la ciudad del Elíseo de principios del siglo XIX. Son 16 pinturas sobre papel en las que aparecen imágenes cargadas de erotismo y que están situadas en un París bohemio. «En las obras aparecen las mismas historias contadas con diferentes escenas», señaló el artista. Se trata de historias contadas con el lenguaje del claroscuro y que beben de la influencia que para Prieto han tenido artistas como Picasso y Modigliani. Durante la inauguración también se proyectó un vídeo con imágenes del artista en su estudio de París.

La inspiración puede nacer en las grandes ciudades, pero también puede hacerlo en el inconsciente. Éste es el caso del artista Jaume Espasses, quien inauguró ayer en la joyería Colon la muestra escultórica Guardians. En sus piezas, según Espasses, todo está vinculado a la magia del universo porque él crea sin saber qué es lo que sale de su interior. La muestra la componen dos colecciones de doce esculturas en bronce blanco y bronce con pátina verde. Para el artista, los Guardianes «son la esencia de los seres primitivos que habitan en el inconsciente, unos seres que transforman las energías y materias negativas del mundo en positivas para mantener nuestro equilibrio
Sin embargo, el artista Mercadal tiene una visión destructiva del arte, ya que para él, «la destrucción influye en el valor de la obra de arte, a la vez que simboliza el estado completo de creatividad porque todo lo iguala».

Bajo el título Should art be destroyed?, Mercadal presentó ayer, en la galería Fran Reus, una muestra de 30 lienzos en los que aparecen, sobre telas rajadas o marcos rotos, paisajes urbanos figurativos, deteriorados por el artista, quién ha querido mostrar la obra de arte entendida como objeto.