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JOAN CABOT «En realidad, Música a màquina tiene muchos loops y elementos de composición cercanos a la música electrónica, aunque hechos de forma mecánica», responde Ramon Garriga cuando le preguntas por el acomodo de CaboSanRoque dentro de la programación del festival Sónar, en el que el grupo actúa hoy en Barcelona. No es que sea extraño, pero sí resulta curioso que un grupo experimente con instrumentos construidos por ellos mismos a partir de materiales tan poco hipertecnológicos como una lavadora antigua. La justificación está en su espíritu, que les ha llevado a tomar los riesgos necesarios para hacerse un pequeño hueco entre las propuestas más interesantes y sorprendentes de la escena nacional.

La sinopsis de Música a màquina, el último disco de la banda, es la siguiente: un grupo de músicos improvisando sobre los ritmos de una lavadora tuneada para interpretar el estado emocional de esos músicos a partir de la ropa que van depositando en su interior para ser lavada. Con este disco-espectáculo es con el que se presentan hoy en Sónar y el martes 24 en la Fundació Pilar i Joan Miró, dentro de su programa para celebrar Sant Joan.

«El grupo nació hace ocho años. Quedábamos para tocar juntos en la sala de la casa de José para tocar con instrumentos abandonados y encontrados. Teníamos que tocar a un volumen muy bajo, ser discretos. Nunca fue como un grupo normal, simplemente tocábamos con trastos». Además de Garriga, la banda está formada por Laia Torrents, Josep Seguí y Roger Aixut, el luthier de la agrupación, quien, además, ha estado viviendo en Mallorca alguna temporada.

«No nos regimos por ningún decálogo. Simplemente, desde el principio fue así, sin que nos lo propusiéramos. Alguien traía un xilofón y otro tocaba la guitarra mientras iba cambiando de manos. Todo ha sido fruto de las horas y la música», explica Garriga.

«Hay un poco de todo: algunos venimos del rock y otros de la música clásica», continúa. «La verdad es que la combinación es muy chula. Por una parte, tienes la carretera y el rock'n'roll y, al otro extremo, las partituras. Hay discusiones, claro. A veces cuesta más ponerse de acuerdo». En lo que sí coinciden todos es en el peso que tiene la puesta en escena para la música de CaboSanRoque. «Desde el principio ha sido así. Siempre nos hemos planteado el directo como algo que ves, y eso se traduce, a veces, en montajes más complicados». La Caixeta, que hasta hace poco han estado representando en la Sala Beckett de Barcelona, es una buena muestra de ello. Ahora le ha tocado al turno a la lavadora, que por un día va a rivalizar en el Sónar con los laptops más modernos: mucho doble núcleo, pero la mía centrifuga.