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NICO BRUTTI Todos tenemos una historia que contar. La gracia está en la forma. El valor en su contenido. Juanes es el ejemplo del artista hecho a sí mismo, que relata con garbo y firmeza su novela. La Vida es un Ratico y los que su concierto dejó debería hacernos reflexionar más allá de su contenido musical.

El Coliseo Balear no lucía como el día de Bosé, pero no había menos de seis mil a siete mil asistentes para ver al colombiano. El tipo montó un escenario de mega concierto, con todo lo que hay para mostrar hoy en día. Trajo a los músicos de su propia tierra y aledaños y deleitó con todo su repertorio de dos horas de un set ejemplar. Abrió con A Dios le pido y acabó oficialmente con La camisa negra. Toda una toma de posición. En el medio, donde se ven los pingos en la cancha, Juanes no se quedó sólo en el recuerdo de sus consagrados temas. Le dio protagonismo a su último trabajo discográfico de estudio, La Vida es un Ratico, poniendo por delante el presente, su presente. Me enamoras y sobre todo esa bella canción llamada Bandera de Manos (que habla del deseo de paz en la región entre Colombia, Venezuela y Ecuador), junto con La vidaÂ…, dan cuenta del magnetismo que despide el álbum.

Referenciando continuamente su agradecimiento a su público y evidentemente emocionado por la cantidad de paisanos que se encontró en la plaza de toros (confesó que no esperaba ni la mitad del público que se dio cita), el colombiano vestido con camiseta y pantalón negro, se encargó de no dejar a nadie quieto; Un día normal, Mala gente, Fotografías, el festejadísimo Volverte a ver, Es por ti, Rosario Tijeras o Lo que me gusta a mí, entre dos horas de música latina, pop, algo de rock y mucho del folk colombiano: mapalé, vallenatos y cumbia. Con esta fórmula y una simpatía entre ingenua y noble, Juanes se metió en el bolsillo a todos los presentes.