Los horarios de danza, que se colgaron ayer, provocarán muchos problemas. g Fotos: TERESA AYUGA

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ANA LARGO/MARIANA DÍAZ La falta de espacio es endémica en el edificio de la calle Capità Salom, inaugurado en 1999, que alberga a los cerca de 1.500 alumnos de los conservatorios Professional de Música i Dansa y Superior. Lo que iba a ser un centro que acogería sólo a los estudiantes del grado máximo, acabó recibiendo a los de todos los niveles de música, más los de danza y, temporalmente, a los de Artes Escénicas. Todo esto sólo con la mitad del proyecto construido, ya que la segunda fase prevista no se realizó. Eso, y el aumento de la oferta y la demanda, ha generado un problema de saturación que, como publicó ayer obligará a los alumnos de danza a estudiar en aulas prefabricadas.

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No resulta extraño, entonces, que el centro se haya convertido en una «olla a presión» en la que no cabe ni un alfiler y en la que la sobreocupación origina «luchas internas» entre ambos conservatorios, según ha podido saber este diario. En medio, los alumnos, estudiantes que, al igual que los deportistas de élite, realizan un sobreesfuerzo al compatibilizar la enseñanza obligatoria con la formación artística. Si a todo ello se suma que los alumnos de danza comenzarán sus clases con retraso y con recortes de horas, y en unas aulas prefabricadas, resulta evidente que estas enseñanzas artísticas están sumergidas en una sinrazón a la que debe ponerse freno.

Una de las personas que conoce bien la estructura de los dos centros es Miquel Estelrich, porque el pianista ha dirigido tanto el Professional como el Superior. Estelrich aseguró ayer a este diario que «hay problemas de espacio» desde el segundo año de vida del edificio.

Mala convivencia
El músico y docente del Superior explicó que en la pasada legislatura se trató de avanzar con la segunda fase. La falta de espacio ya era entonces abrumadora y esto «degenera en una mala convivencia entre los dos centros». Estelrich insiste en que los sucesivos gobiernos autónomos han carecido de capacidad de reacción pues la situación actual se preveía desde hace años. Además, sostiene que «debería hacerse una revisión del proyecto inicial porque si se desarrolla lo previsto, será de nuevo un desastre». «No cabemos todos, hay que revisar urgentemente los proyectos», puntualiza.

Que cada centro tenga sus propias instalaciones es una propuesta que se repite entre las personas consultadas por este diario. En este caso, Estelrich explica que, en el caso de la danza, «como ocurre en otras comunidades, tendría que funcionar independiente de la música».

Miquel Mestre, director general de Formación Profesional del Govern, opina que hubo falta de planificación al ampliar la oferta de danza con la especialidad de española, en el curso 2004-2005, «sin buscar un enclave para poder ofrecer esta oferta sí se sabía que el centro ya estaba saturado». Mestre pone como ejemplo la petición que ha recibido por parte del Conservatorio Superior para incluir el jazz como asignatura, «y estoy convencido de que los estudiantes tienen todo el derecho a estudiar jazz, pero, si ya tenemos en este centro un centenar de alumnos más de los que podemos albergar, sería crear un segundo y tercer problema».