Así lo explicó ayer Vicente García, propietario de Dolmen, quien comentó que, de momento, la crisis no afecta al sector, «todo lo contrario», el número de lectores aumenta.
La nueva empresa seguirá denominándose Dolmen y a ella se incorporará el personal de Aleta «a través del estudio de diseño gráfico, aunque la gestión la haremos nosotros». El editor añadió que «el trabajo de coordinación lo seguirán haciendo desde Aleta, lo que demuestra la continuidad con la que se encara esta nueva andadura»; y como no quieren despistar a los coleccionistas, «algunas de las publicaciones [de la editorial valenciana] tendrán continuidad numérica».
Además de las historietas de Bonelli, Dolmen incorpora una línea que denomina «franco-belga», historietas sobre el rey Arturo o Los bosques de ópalo acerca de las que estudian «nuevos enfoques» de presnetación. En cuanto a la de autores españoles que aporte Altea, se editará bajo el sello Siurell, que ya dirigía Jorge Iván Argiz.
En un sector tan dinámico como el del cómic, los nuevos títulos resultado de la absorción ya están a punto de salir, vienen directamente del sello Bonelli y están protagonizadas por dos detectives. Se trata de Nautilus, tres historias en las Martin Mystère investigará unas muertes sospechosas, y una nueva aventura del famoso Dylan Dog. Ambos libros incluirán más información, como correos del lector o textos. El mallorquín Juan Gómez Ripoll, autor de Martillo de herejes, escribirá en Nautilus sobre Julio Verne.
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