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Miquel Barceló (1957) nada a contracorriente con sus obras pictóricas en el Pabellón de España de la 53 edición de la Bienal de Arte de Venecia, una muestra en la que la mayoría de representaciones han apostado por instalaciones artísticas distintas a la pintura y a la cerámica.

Barceló, máximo representante del arte contemporáneo español en la muestra veneciana y quien ayer estuvo presente en la presentación oficial del Pabellón de España, deja en la ciudad de los canales una muestra de la que ha sido su obra durante los últimos diez años, bajo unas formas artísticas algo escasas este año.

«A menudo he tenido la sensación de nadar a contracorriente, pero ahora no. Será porque esta Bienal es así» por lo que no hay mucha pintura ni cerámica, dijo el artista durante el recorrido por la muestra que ofreció este jueves a los periodistas españoles.

España, país que no ha dejado de participar desde que en 1895 se celebrara la primera muestra de arte en Venecia, ofrece una amplia representación de la obra más reciente del mallorquín -algunos cuadros han sido terminados el pasado marzo- en un pabellón propio situado en los llamados Jardines de la Bienal.

Esta selección de obras, de cuyo comisariado se ha encargado Enrique Juncosa, director del Museo Irlandés de Arte Moderno de Dublín (IMMA), se divide en tres secciones principales: una dedicada a la espuma del mar, otra a los gorilas y una tercera a Africa, un continente que apasiona al pintor.

La sección dedicada a ese tipo de primates está inspirada, sobre todo, en el fallecido ejemplar de gorila albino del Zoo de Barcelona, Copito de Nieve, que, como ejemplar de una especie protegida, vivió en soledad, un hecho comparable, según Barceló, a la vida de los artistas.