El paso de los mercaderes por sa Llonja desde el siglo XV quedó grabado en muchos rincones del edificio de Guillem Sagrera. Más de un centenar de pequeñas incisiones en la piedra, algunas acompañadas de elementos figurativos, son testigo de la presencia de aquellos comerciantes en diferentes épocas.
Desde el año 2000 un total de estos 204 grafitos están inventariados, gracias al trabajo que realizó la arqueóloga Elvira González, quien comenzó esta investigación en los años ochenta. Parte de este estudio, lo defendió en el año 1992 en la tesis doctoral y casi una década después lo completó a petición del Govern balear, según explicó la arqueóloga, «con el propósito de salvar estos grafitos».
Estas marcas serán ahora rehabilitadas por Mabel de Rojas, dentro del proyecto de reforma integral del edificio de Sagrera.
Según recoge este trabajo, que aún no se ha publicado, los comerciantes solían plasmar en los muros del edificio o en el reverso de los peldaños de las escaleras, un signo o una marca. Esta señales tenían un patrón, que siempre era una inicial del alfabeto mediante la que se identificaban. Ésta es la interpretación que cobra más fuerza en el estudio de Elvira González.
Históricos
Estos grafitos están datados en su mayoría del XV, aunque también se han inventariados otros del XVI y el XVII. El estudio de González descarta la presencia de grafitos del XVIII, aunque sí aparecen algunos de finales del XIX y el XX.
La ubicación de estas marcas es diversa y en la mayoría de casos estas son muy difíciles de encontrar. Muestra de ello es que se tuvo que emplear la luz rasante de linternas para descubrirlas.
En sa Llonja hay también grafitos figurativos, entre los que se encuentran rostros, torres o barcos de arquitectura medieval, siendo las carracas y cocas, sobre todo, con los elementos náuticos característicos de mediados del siglo XV.
Las escaleras de Sant Joan y Santa Catalina son las que cuentan con los grafitos más modernos, los que corresponden al siglo XX, sobre todo, de la Guerra Civil. Según detalla el estudio, están realizados a lápiz o carboncillo y no tienen ninguna pretensión artística, sólo de recuerdo personal. Así, algunos suscriben «Viva la CNT» o «Mueran los tiranos», por ejemplo.
La marca más antigua es de 1424. De finales de siglo, en el remate de la torreta de Sant Nicolau, aparece una vinculada al nombre de Tomàs Valls. Del XVI también se han inventariado otras acompañadas de nombres, como Michel Blanch o Iomer i Jaume Olmet.
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