Imagen promocional de 'Alborada do Brasil', último trabajo del gaitero Carlos Núñez.

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Carlos Núñez visitará mañana, a las 22.00 horas, el Claustre del Convent de Sant Domingo de Pollença para presentar su último trabajo, Alborada do Brasil (2009), un capítulo que enfatiza en la conexión musical entre Galicia y Brasil. Contiene trece temas en los que conviven intensos pasajes de pura orfebrería, alicatados por un aplicado maestro del género. Un conjunto atemporal y de impecable factura donde el autor se ha rodeado de las primeras figuras de la música brasileña y celta.

-¿Cuál fue el punto de partida de su último álbum?
-Un viaje que realicé a Brasil en busca del rastro de mi bisabuelo, que emigró a América en 1909. Nos contaron que tuvo un final trágico y deseaba esclarecer los motivos indagando por mi cuenta. Durante el año que pasé en Brasil descubrí un país grande y rico, estuve en zonas donde su gramática había absorbido el portugués procedente de los inmigrantes gallegos del norte de Portugal. Descubrí un juego de reminiscencias que no sólo afectaba al idioma, sino también a la música. La inmigración fue un importante canal de exportación cultural, por donde se coló la música celta, un género que tras ser fusionado con otros componentes indígenas descubre un auténtico filón, una reserva musical en toda regla de la que he nutrido a mi último trabajo.

-¿Quedan ángulos de la música celta por explorar o por fusionar con otras gramáticas musicales?
-Por supuesto, en los años setenta y ochenta la música celta se circunscribía a Irlanda y Escocia, luego se incorporó Galicia. Hoy hemos conseguido que traspase fronteras y llegue a conectar con latinoamérica. Esa circunstancia de advenimiento se puede reproducir en otros muchos puntos del globo aunque, hoy por hoy, el futuro de la música celta está en latinoamérica.
-¿Sus labores de prospección responden a una voluntad de ampliar campos armónicos o al miedo al acomodamiento creativo?
-Es la curiosidad musical la que me empuja, aunque conlleva ciertos riesgos ya que abrir un género musical para combinarlo con otros requiere un gran esfuerzo de investigación. Hay que abrirse a la fusión de culturas musicales, ahí va una prueba: el flamenco parecía el enemigo número uno de la música celta y, sin embargo, ha quedado demostrado que una fusión de ambas resultaba posible.

-¿La fusión de la música celta no constituye una ofensa para los puristas?
-Quien realmente conoce la música tradicional respeta la evolución de la música celta. Vivimos en el siglo XXI, no en la edad media, hay que entender por tanto el proceso de evolución como positivo, hay que expandirse en base a las posibilidades que contempla nuestro tiempo, eso algo imparable.