Pero es el cómico Juanito Navarro, que interpreta un papel secundario en esta cinta, quien despierta mayor interés entre los residentes del pueblo, nada avezados a este tipo de acontecimientos. El actor se sienta en la calle mientras dos maquilladores le arreglan y un cámara registra un making of de la película. «Se me han acercado niños pidiéndome autógrafos... De parte de sus abuelos», afirma Navarro, que no pone ningún problema a la hora de fotografiarse con los vecinos. «¿Si me tratan bien? ¡Demasiado incluso!», exclama el intérprete de 84 años que trabaja contra reloj, ya que por la noche tendrá que coger un avión que lo llevará a Madrid.
Un gran grupo de personas entran y salen del portal número 2 de la calle de Les Monges. Se preparan los micrófonos y los paneles de iluminación. El concejal pide silencio. Dos niños y una niña miran interesados la escena, una conversación tensa entre los actores Valentín Paredes y Tony Isbert, malo y bueno de la historia. La secuencia es buena. Todo está preparado, pero de repente una nube cubre el sol. Técnicos, actores y directores tienen que esperar que vuelva a salir para recuperar la misma iluminación de antes. Los niños curiosean, la grabación ha empezado por la mañana y se alargará un mes aproximadamente. «Hemos oído que más tarde grabarán una escena donde hay tiros», comentan a los jóvenes de Lloret.
Parece que el pueblo ha revivido con este rodaje. Los vecinos no recuerdan haber visto nunca en su localidad una actividad parecida. Consuelo Jiménez, por ejemplo, sigue con interés el trabajo cinematográfico. «Somos un pueblo pequeño, todo el mundo está al corriente y siente curiosidad», afirma y asegura que la producción ha alquilado «cuatro o cinco casas para hacer la película».
Llorenç gestiona el Café Punxet, un bar de tapas situado delante del convento donde se ruedan la mayoría de las escenas. Allí dará de merendar y comer al equipo, una treintena de personas. «Es una agitación que no esperarías ver aquí en pleno mes de agosto», confirma al camarero. En la terraza se sientan los actores, que descansan mientras se prepara un nuevo set. Dentro del bar encontramos al productor valenciano Alfredo Contreras, que trabaja por primera vez en Mallorca. «La Isla tiene un gran potencial de decorados y la gente es más hospitalaria que la de Madrid o Barcelona» afirma. Y es que en Lloret todo el mundo mira, pero nadie molesta».
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.