--¿Desvelará en Palma cómo ha sido la resaca del éxito?
-Sí. La verdad es que todo ha sido terriblemente placentero y emocionante. A raíz del éxito internacional de la película, tuve un bombardeo de agentes americanos que querían representarme. Al final, me hice con uno que representa a Guillermo del Toro y Uma Thurman, y me va filtrando proyectos, aunque no tengo ninguna intención de irme a trabajar ahora a Hollywood. También me he dedicado a atender otros proyectos que me han ofrecido y a leer novelas que me pedían si las podía adaptar. Todo, paralelamente a la película que tengo pensada hacer con mi guionista habitual, Jorge Guerricaechavarría.
-Han sido, pues, unos meses de complicada concentración...
-Ha sido un vendaval. Uno tiene su vida, sus proyectos y esto es algo que no te esperas. El regusto que deja es dulce, sería una estupidez verlo de otra manera. Pero, a veces, la concentración ha resultado complicada. También era una prueba de fuego ver si con tanto entretenimiento y tanta distracción la película que queríamos escribir nos seguía pareciendo interesante. Y así ha sido. No hay nada que me haya hecho cambiar de idea. Tengo ya mi vida hecha, mi familia, me gusta España y un equipo con el que trabajo bien, por lo que tiene que ser un proyecto imposible de rechazar para que me mueva.
-¿Cuál ha sido la propuesta más extraña que le han ofrecido?
-Una superproducción norteamericana, un cruce entre El Código Da Vinci y Los niños del Brasil. ¡Una locura tremenda! Y una de las cosas más interesantes, hacer un remake de El salario del miedo. Me resultó llamativo, pero un remake tiene sentido para aportar algo nuevo, pero para rehacer una película tan buena no lo quise aceptar.
-¿Cuesta rechazar proyectos?
-Claro, pero lo que me guía es que la idea me motive. Celda 211 es una novela y, al leerla, vi que había una película. Hasta ahora nada de lo que he leído ha sido lo suficientemente interesante como para embarcarme. Para nada me quejo, estoy encantado y es una maravilla, pero los proyectos me tienen que enamorar y remover.
-¿Algo que sí le sucedió con la que será su próxima película?
-Sí, es muy divertida. La comedia me parece uno de los géneros más difíciles y lo mejor que puede ocurrir es que el espectador no se dé cuenta de las dificultades técnicas. Conseguir que el público se ría y que algo que tiene un trabajo detrás ímprobo parezca ligero, es lo máximo. Es la película más difícil en la que me voy a embarcar, pero me motivan los retos y éste es muy interesante. Eso sí, si me llama Spielberg para adaptar uno de los tebeo de Tintín, que es lo que está haciendo con algunos directores, te aseguro que digo que sí.
-Volviendo al filme, ¿tendrá algo que ver con Celda 211?
-No, mis películas no se parecen las unas a las otras. Fue con Celda 211 cuando surgió esta comedia, que busca que el espectador salga con una sonrisa de oreja a oreja. Posiblemente, la siguiente será un thriller seco que también se nos ha ocurrido ahora escribiendo. Surgen como hongos, unas al calor de las otras.
-¿Qué cree que calará más, la historia carcelaria, los personajes u otros temas de la película?
-Aún es pronto. Pero a la gente se le queda mucho el personaje de Malamadre, que lleva el camino de convertirse en algo icónico. Luis Tosar le dio mucha carne, alma y espíritu al personaje. Pero también creo que la gente se va a quedar con la peripecia de Juan Oliver (Alberto Ammann), un hombre que está en un momento feliz y que en menos de treinta horas toda su vida se va por el retrete. Creo que esto conmovió a los espectadores.
-La película también hace crítica política, ¿la pedía?
-En esta historia tan entretenida, hay unos apuntes sociopolíticos que parece que eran pertinentes. En un momento como éste, en el que la gente está un poco descreída de las figuras de poder, llega un personaje como Malamadre que dice verdades como puños y el público se enamora de él, del ácrata. La película ha tocado la crítica al poder, más que la crítica a un partido en concreto.
-Alberto Ammann jugó ahí un papel importante. ¿Fue el gran descubrimiento de la película?
-Uno de los grandes orgullos es poder decir que el primer trabajo de un magnifico actor como Alberto fue conmigo. Igual que Bigas Luna dio la alternativa a Bardem, creo que podré decir esto de él.
-¿Cómo está funcionando en otros países?
-La crítica siempre ha sido excelente. En Estados Unidos, por ejemplo, ha recogido cuatro premios y está en cines de Florida y Miami. Allí está considerada una de las mejores películas de los últimos años y yo estoy encantado, aunque no lo creo.
-En el coloquio hablará de su trayectoria, de sus filmes, pero ¿cómo es Daniel Monzón?
-Soy una persona enamorada del cine y en un momento quise pasar al otro lado. A los 8 años vi King Kong y, desde entonces, he estado obsesionado con el cine. En mi primera película plasmé todo, ahí estaban todas mis filias, por el temor que tenía de que fuera la última. Pero creo que si lo tienes claro, que si de verdad lo deseas y no es una impostura, no hay que dejar de trabajar. Yo, sin ningún padrino, lo he conseguido.
-Ofertas no le faltan, pero ¿sigue su camino natural?
-Sigo cerrándome a dar los pasos que hubiera dado si Celda 211 no hubiera sido un éxito.
-¿En su próximo trabajo encontraremos caras conocidas?
-Hemos escrito algunos papeles para unos actores en concreto, aunque ni siquiera lo saben. Hay actores británicos que nos encantan, que son conocidos, y nos encantaría que estuvieran en la película. También habrá actores españoles internacionales. Se rodará entre España e Inglaterra y podría estrenarse en 2011.
-¿Volverá a llamar a los actores de Celda 211?
-Por supuesto. Tengo otro proyecto, que empezaré pronto a escribir, con ellos. Con Tosar tengo algunos proyectos hablado.
-¿Qué diría al público al que le ha gustado Celda 211 e irá a ver su próxima película?
-Que le den una oportunidad, pero que se olviden de ver una película como Celda 211. Que entren con el chip de pasar un gran rato.
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