Hace poco más de un año que nos dejó La Negra Sosa, La Voz de América. Esa cantante que rebuscó entre la riqueza de la autoría popular argentina y paseó su folclore y la realidad de una situación por todo el mundo y por la incomodidad de muchos.
El espíritu de Mercedes Sosa fue invocado en el Principal. Un homenaje que la recordada y añorada cantante prestó sin saberlo, aunque con el consentimiento que a buen seguro hubiera rubricado, a un acto solidario a favor de Aldeas de los Niños por la Paz de Argentina y de las víctimas de la República Democrática del Congo.
Sobre el escenario, y después del protocolario parlamento y presentación, un grupo de artistas dispuestos a retratar el devenir profesional y comprometido de la argentina. Los cuatro aspectos que la marcaron y en los que destacó, el más folclórico, el Nuevo Cancionero, su etapa tanguera y la canción popular se recordaron con sus canciones más emblemáticas.
Bajo una acentuada disparidad artística que barajó distintos niveles, unos con mayor y otros con menor acierto, el homenaje a Mercedes Sosa resultó discreto pero sentido. Tanto que se aplaudieron más las canciones que las interpretaciones.
Durante el espectáculo, se hilvanó una historia para recordar un gran pasado con la intención de seguir edificando un ilusionado futuro. El motivo solapó el un encuentro donde lo artístico cedió paso a lo emotivo. Y así se supo entender por un público, entregado y agradecido, que sin abarrotar el teatro palmesano dio buena cuenta del aforo en este cruce de caminos entre una velada de homenaje a una de las grandes figuras de la canción popular y una noche solidaria.
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