Los aplausos de amigos, compañeros y admiradores sirvieron ayer de emocionada despedida al maestro Luis García Berlanga, genio y mago irrepetible del cine que retrató como nadie la sociedad española con humor y acidez.
Con una cerrada ovación y gritos de «Viva Berlanga!», alrededor de un centenar de personas, entre ellos la ministra de Cultura, Angeles González-Sinde; la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y la actriz Concha Velasco, despidieron al cineasta en el cementerio de Pozuelo de Alarcón, la localidad madrileña donde residía. Momentos después, José Luis García Berlanga se ha despedido de su padre con emotivas palabras: «Quien quiera rezar que rece. Adiós maestro».
Por la mañana, en un día que amaneció frío y bajo una persistente y fina lluvia, decenas de ciudadanos gentes del cine no dejaron durante las tres horas que permaneció abierta la capilla ardiente de mostrar su pésame ante el féretro del cineasta valenciano, instalado desde las 19.00 horas de ayer sobre el escenario del salón de actos de la Academia de Cine.
Poco antes de partir hacia el cementerio, su hijo José Luis agradeció la «maravillosa» despedida ofrecida a su padre. «Ha llegado el triste momento que nunca hubiéramos deseado, muchas gracias a todos», dijo emocionado, tras lo cual los asistentes se pusieron en pie para aplaudir al director valenciano. En la calle, decenas de ciudadanos repetían el aplauso al cineasta cuando su féretro salía de la Academia de Cine, de la que era presidente honorífico y cofundador.
Pedro Almodóvar aseguró ayer que con la muerte de Berlanga desaparece uno de los últimos representantes de «una generación de magos e ilusionistas» de la cultura del siglo XX. Por su parte, la alcaldesa de Valencia, ciudad natal de Berlanga, Rita Barberá, dijo, recreando las palabras de Pepe Isbert en Bienvenido Mr. Marshall: «Como alcaldesa tuya que soy vengo a darte las gracias y nunca a decir adiós, sino siempre hasta luego». Y Aina Calvo, alcaldesa de Palma, envió un telegramade pésame a la Academia en nombre de la ciudad en la que Berlanga rodó El Verdugo en 1963.
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Este mismo sábado me he comprado Plácido, que era una de las pocas películas que me faltaban de Berlanga, en la que se narran las peripecias de Cassen y su Isocarro, el día que le vence una de las letras del motocarro, con el que participará en la Cabalgata patrocinada bajo el lema CENE CON UN POBRE, campaña navideña patrocinada por unas señoras burguesas adineradas aficionadas a hacer la caridad, en tan entrañables fiestas. Berlanga es ironía, crítica social del blanco y negro al color, de la moral del franquismo.