Marcel Camps, junto a una de las obras.

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Que un día al despertar recordara que en sus sueños había aparecido la cabeza de un toro es casi lo más anecdótico para el artista Marcel Camps (Barcelona, 1073). Sin embargo, aquel recuerdo le motivó lo suficiente como para iniciar un nuevo ciclo y experimentar con las múltiples posibilidades artísticas que le ofrecía este animal hasta lograr reunir un conjunto de piezas que, bajo el título de Braus , pueden verse en la galería Joan Oliver 'Maneu', calle Montcades, 2.

El hierro trenzado, «una técnica que llevó trabajando desde 2008», la madera, la resina y cuerdas son la materia prima de la docena de esculturas que integran la exposición. Un toro casi humanizado, otro en posición de ataque, otro caminando por una dehesa, uno quizá herido por las banderillas y alguno con restos de sangre en sus astas. Éstas son algunas de las impresiones que el observador puede extraer viendo la muestra. Aunque poco o nada tengan que ver con las intenciones del artista. «Lo que me mueve es que estéticamente las piezas tengan fuerza. No hay más intención ni un significado», dice.

Marcel Camps no se considera taurino, pero se ha dejado seducir por «la robustez, la docilidad, la potencia y la clase» del animal. «Es un poco una contradicción, no me gusta que los maten ni que los hagan sufrir pero, si no existiera la fiesta del toro, quizá este animal tampoco existiría», confesó.

El escultor ha estudiado los grabados de Goya sobre la tauromaquia antes de enfrentarse a este nuevo ciclo, «aún no agotado». De hecho, según comentó el artista, aún no ha creado aquella imagen que un día soñó y que quizá pueda presentar más adelante. Mientras, Braus podrá verse hasta el 17 de diciembre.