El último trabajo de Letizia Arbeteta sobre las artes decorativas de Mallorca se ha centrado en la joyería 'xueta'. | M. À. Cañellas
«Mallorca debería contar con una mayor oferta de artes decorativas fuera de los ámbitos monacales», comenta Letizia Arbeteta, conservadora del Museo de América de Madrid, buena conocedora del patrimonio mueble de la Isla. Experta, sobre todo, en nuestra belenística y joyería, para Arbeteta, «un museo de Artes Decorativas en Mallorca es imprescindible» por la abundancia de piezas y buen estado de conservación de un legado que, en muchos aspectos, ha permanecido inalterable como en pocos territorios del Estado.
Arbeteta, que investiga en Mallorca desde hace 16 años, ha escrito un artículo sobre la evolución de la joyería mallorquina como cruce de culturas para el libro La plata colpejada. Una mostra de l'argenteria xueta de Mallorca, de reciente publicación por el Govern gracias al impulso y trabajo de la asociación Memòria de carrer, que ha contado con la colaboración de la especialista local Elvira González.
Durante su visita a Mallorca para presentarlo, Arbeteta reflexionó sobre que en «joyería, cerámica, platería, en mobiliario, -que es espléndido-, Mallorca tiene mucho que ofrecer» y añadió que «este tipo de arte ha conformado parte del carácter de la Isla». Estas artes «reflejan la vida y el pasado de las personas», apunta, la forma de ser de las sociedades, y «junto con la arquitectura son el gran testimonio de la historia». Por ejemplo, respecto al mobiliario, dice que en el resto del país, debido al «boom inmobiliario nos hemos quedado sin interiores», sin embargo, en Mallorca «perviven». «Hay una estructura social inaltereble hasta los años sesenta, no hay más que leer a Villalonga». Para Arbeteta, «aquí ha quedado la memoria de lo que se ha perdido en otros lugares».
Esta estudiosa, una autoridad en materia belenística, se declara alumna del historiador Gabriel Llompart, del que dice: «Lo considero el maestro que me ha deparado el destino». De los belenes históricos de Mallorca asegura que aquí «están los más interesantes». Por ejemplo, destaca el de la Sang, del siglo XV, del que apunta que «posiblemente es el más antiguo de la cristiandad en uso», un «belén en cueva» que se repitió en Campos y en Petra; también ha estudiado bien el del monasterio de las caputxines, del XVII, «que conocí gracias al padre Llompart».
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