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El estreno en el Liceu de Barcelona de Ana Bolena de Gaetano Donizetti (1797-1848), con dirección escénica de Rafel Duran, estará mañana cargado de simbolismo. La ópera fue la primera representación del teatro, recién inaugurado en 1847. Estrenada la pieza en 1830 en Milán, Visconti la recuperó en 1957 en La Scala con Maria Callas. De momento, en Barcelona ya se han vendido todas las localidades.

«El Liceu supone un reto importante porque es uno de los grandes teatros europeos, el templo de la lírica», aclaró Duran, que cuenta con la ayuda del también mallorquín Rafel Lladó en la escenografía. No es la primera vez que Duran dirige ópera. «En el año 2003 hice un Rossini en el Teatre Lliure de Barcelona», recordó y declaró que, «después de Mort de dama , recibí la invitación del Liceu y asumí el reto porque pensé que tenía suficiente experiencia».

Duran explicó que «el libreto tiene poca acción a nivel teatral y mucho pensamiento interior de los personajes». La puesta en escena descubre el vestidor de la reina Ana Bolena y guardias de seguridad que vigilan pantallas de vídeo. «Opté por pantallas que simularan un control de seguridad interno en la misma corte», detalló Duran, quien aclaró que «las cortes en tiempos de Enrique VIII eran pequeñas ciudades con muchas tensiones, igual que pasa hoy en día, y las pantallas son una información para el espectador sin que el argumento quede afectado, con imágenes en directo de cámaras escondidas por todo el escenario». «He querido explicar que en política siempre acaba siendo una tragedia cuando se mezclan las emociones y los sentimientos», resaltó Duran. Para esta obra ha usado «figurantes con la cabeza de cuervo por la leyenda que dice que cuando vuelen los cuervos de la Torre de Londres, a los que se les corta un trozo de ala cuando nacen, la monarquía inglesa se acabará».