«¿Máximos exponentes del flamenco-rock?», repite en voz alta desde el otro extremo de la línea telefónica Marcos del Ojo, alías 'El Canijo', voz de la banda jerezana Los Delinqüentes. Y ríe ante la mención a su supuesto cetro en la gramática del rock con 'lunares'. Tampoco lo rechaza, quizá dividido entre una eterna admiración por Camarón de la Isla y el convencimiento de ser hoy uno de los mandamases de la corriente que mira hacia el rock y el blues de corte clásico a través del flamenco.
«Mira... yo creo que el público es sabio y sabe distinguir entre una fusión de primera y segunda división, hay mucho artista mediocre que está triunfando y creo que Los Delinqüentes somos un grupo sin pretensiones cuya meta no es vender muchos discos, sino fabricar un producto de calidad que llegue a la gente y que nos permita vivir en la carretera, de ciudad en ciudad, ofreciendo conciertos a nuestros fans». Su siguiente parada les acercará a la Isla, será el 11 de junio, a las 22.00, en la Plaça d'es Mercat de Son Servera en un concierto donde compartirán escenario con Tomasito, La Banda Magnética y La Pegatina. El dúo acude a la cita para presentar Los hombres de las praderas y sus bordones calientes, un álbum registrado en 2010 al alimón con el también jerezano Tomasito.
Rumba, rock y una espiritualidad honesta y real. El sonido de Los Delinqüentes se levanta sobre esas tres premisas y encumbra una voz rota, la de Marcos del Ojo, objeto de culto para una legión de fans convertida a la fe 'garrapatera', «es un término callejero, embarrado, sucio, de la calle... adjudicable al tipo que, teniendo poco, disfruta de la vida» describe. Una fe que viaja a través del tiempo sin rumbo, instalada en una burbuja de radio FM ajena a modas, alérgica a los estereotipos y que, tras la publicación de su último LP, ha pulido aristas y sacado brillo a su sonido para conquistar al resto de incrédulos.
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