Aún recordamos sus palabras sobre el escenario del Teatre Principal de Palma, recogiendo en 2009 el Ciutat de Palma de Crítica Literària por Entre Cavorques i Albió. Caballeroso, educado, emocionado y con capacidad de emocionar, Fiol volvía a ser premiado en casa -en 1969, Camp Rodó le brindó un Joan Alcover de Poesia-. Treinta y nueve años después, el escritor, licenciado en Ciencias Políticas, quiso entregar su propio premio a la ciudad, parte de su fondo literario que desde 2010 se puede consultar en la biblioteca Ramon Llull.
La familia aún no ha podido confirmar cuándo ni dónde se celebrará el funeral por el alma del escritor.
Librero y hotelero
Bartomeu Fiol fue librero, en 1956 abrió en Palma la librería-galería Gralla, y también se dedicó a la hostelería, como director de varias compañías británicas. El poeta fue también botones del Hotel Formentor, en la época de las Conversaciones Literarias promovidas por Camilo José Cela entre los cincuenta y sesenta. Allí conocería a grandes de la literatura, quienes, junto a Blai Bonet, Jaume Vidal Alcover, Baltasar Porcel, Josep Maria Llompart o Rosselló-Pòrcel, alimentaron su sed literaria. Porque Fiol siempre fue «más lector que escritor», decía.
El poeta, que colaboró en Ultima Hora, es «uno de los nombres de referencia, como lo es Blai Bonet», recordaba Jaume Subirana, en 2005, en un homenaje al escritor en el Festival de Poesía de Girona. Su labor literaria, conceptual e intelectual, ha sido reconocida en múltiples ocasiones y no sólo en la Isla. En 2000, recibió el Premio de la Crítica Serra d'Or por Tot jo és una exageració. Su trabajo «impecable», calificaba Sam Abrams, le valió en 2004 el Carles Riba que concede Òmnium Cultural. Luego llegaría el Atlántida de los Editores de Catalunya por sus artículos en Diari de Balears. Entre Cavorques i Albió le valió el Ciutat de Palma en 2009 y el Faula del Museu de Sóller. Además, fue finalista del Josep Pla.
Bartomeu Fiol fue fiel a la premisa de que «la poesía, antes de ser una cosa escrita, tiene que ser una cosa dicha». Y esa poesía fue iluminadora y motivadora para algunos jóvenes creadores. Hace un año quiso recuperar su orígenes, su poesía de juventud, aquella que dio a leer a Llorenç Moyà, Borja Moll o Llorenç Villalonga. Fue su última publicación, D'un cànon socarrat (Lleonard Muntaner), dedicada a la memoria de Baltasar Porcel, gran amigo junto al poeta Miquel Bauçà, fallecido en 2004.
3 comentarios
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Fue un palmesano clásico que paseaba su señorío cotidiano en los alrededores de ses Lleones d'es Born, que como el sutil poeta, conocen la historia de esta Palma tradicional internacional. Se le notaba a la legua su distinción de palmesano a la antigua usanza. En mis contemplaciones desde los bancos del paseo ya no podré volver a ver al último palmesano romántico que supo conservar las esencias de esta ciudad antigua y moderna que es un espejo de las etnias, las lenguas y las culturas del mundo. No veo por ninguna parte el mestizaje, cada uno tira por su lado, con su propia idiosincrasia a cuestas, pero con armonía social palmesana que imprime carácter y paz.
Irrepetible il·lustre mallorquí. Tot el meu condol als familiars. Que en pau descansi.
Ha sido un poeta señor, un señor poeta, de grandeza espiritual y señorío alejado de disputas pedestres. La última vez que lo vi, en su sencillez cotidiana, fue con la cesta de la compra en los environs del Born o cerca de la acera del bar Bosch, hace un par de meses. Destacaba su egregia figura noble en su andar diario entre la Palma cosmopolita y universal, que amaba. Descanse en paz.