El arquitecto Jordi Bonet, ayer en la Seu, donde impartió una conferencia. | Jaume Morey

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La arquitectura de Guillem Sagrera, «uno de los grandes arquitectos mundiales», y su trabajo en las columnas y las bóvedas de sa Llonja fueron inspiradoras para Gaudí. Esta es la hipótesis que sostiene el arquitecto director de las obras de la Sagrada Família, Jordi Bonet, quien ayer impartió en Palma la conferencia titulada La Seu mallorquina en el procés creatiu de Gaudí. En ella, el arquitecto argumentó que la Catedral, como otras de sus obras, fueron un «laboratorio» para Gaudí para desarrollar su «experiencia del templo catalán».

Jordi Bonet lleva 26 años al frente de la obra de la Sagrada Família, lo que le ha permitido investigar, comprender y desarrollar el proyecto de Gaudí. «Puedo decir que es exactamente lo que él quería», sostuvo ayer. Y para ello se basa, en parte, en escritos y también en las maquetas de yeso «con detalles extraordinarios» que aún se conservan, algunas en miles de pedazos tras el incendio de su estudio, en 1936. Otra maqueta, la del baldaquino de la Seu, «debería tener una copia de la séptima parte con material definitivo. El cartón y el papel de algunos detalles ¿cuánto va a durar? Haría la copia y no tocaría nada hasta que fuera necesario. Llegado el momento, lo guardaría en una vitrina y pondría una copia», explicó.

Bonet hablaba así ayer en la Seu, «la mejor que existe del gótico mediterráneo». En ella intervino Gaudí, no sin críticas. «La novedad siempre provoca reacciones. Y envidias. De hecho a Sagrera le echaron de la Catedral por envidias». Fue, precisamente, sa Llonja, del arquitecto de Felanitx la que, según Bonet, pudo dar a Gaudí «la llave para encontrar la forma de dar continuidad a las columnas salomónicas hasta las bóvedas, y llevarlo a superficies estructuralmente más resistentes».

Bonet defendió ayer «la nueva arquitectura de Gaudí», quien «siempre estuvo convencido de que no terminaría las obras de la Sagrada Família» y «siempre quiso superar el gótico».