Empleados de la casa Sotheby's, constestan las llamadas durante la subasta del cuadro "El grito" (The Scream) del artista noruego Edvard Munch. | ANDREW GOMBERT

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«El grito» de Edvard Munch, uno de los iconos más reconocibles de la historia del arte, se ha convertido en la obra más cara vendida jamás en una subasta al alcanzar casi 120 millones de dólares (91 millones de euros) durante una puja en la sede de Sotheby's en Nueva York en la que se recaudaron 330 millones de dólares (251 millones de euros).

«Es una de las pocas imágenes que trascienden la historia del arte y que tienen un alcance global, quizás sólo por detrás de La Mona Lisa», afirmó el director de la venta, Simon Shaw, quien agregó que la popular obra del pintor noruego (1863-1944) «define la modernidad y es instantáneamente reconocible».

Fue poco antes de las 20:00 horas (00:00 GMT) cuando la sala de Sotheby's quedó en completo silencio para dar inicio a la puja por «El grito», en la que empezaron interviniendo siete compradores en un intercambio de cifras de vértigo que terminó reducida a una batalla entre dos personas anónimas a través del teléfono.

Doce minutos más tarde la obra fue adjudicada a un precio de martillo de 117 millones de dólares, una cifra que con las correspondientes comisiones quedó finalmente en 119,9 millones de dólares, superando así el récord de 106,5 millones que ostentaba desde 2010 un Picasso, «Desnudo, hojas verdes y busto».

Se trata de la única versión de las cuatro existentes que aún estaba en manos privadas, según Shaw, quien remarcó a Efe que otras dos versiones fueron robadas en los últimos veinte años, y aunque finalmente se recuperaron y se exhiben ahora en museos noruegos, convierten a la obra en «la más robada de la historia del arte».

El experto de Sotheby's destacó que, por ello, y «por la poca frecuencia con la que verdaderos iconos salen al mercado», es comprensible que se haya conseguido este precio histórico, durante una subasta en la que llegó a recaudarse la friolera de 330 millones de dólares.

Shaw añadió que era un momento «particularmente propicio» para que esta obra maestra del expresionismo, pintada en 1895, saliera al mercado, ya que el próximo año se cumple el 150 aniversario del nacimiento del pintor noruego.

Además de «El grito» también se vendieron otras obras de Munch, como «Mujer mirándose en el espejo», por 5,1 millones de dólares, o «El sembrador», por 2,8 millones de dólares, en una velada en la que también causó gran expectación «Mujer sentada en una butaca», un retrato de Picasso a su musa y amante Dora Maar por 29,2 millones.

Shaw dijo que en esta obra «enérgica y vibrante», realizada en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, Dora Maar supone para Picasso «la personificación del conflicto bélico, y transmite la ansiedad extrema y el dolor que sentía el artista en aquella época en la que ambos vivían juntos en París».

«Mujer sentada en una butaca» data del mismo año que la obra del malagueño «Dora Maar con gato», vendida en 2006 por 95,2 millones de dólares, que da muestra asimismo de «la brillantez de su trabajo en la época de la guerra», según el experto de la casa Sotheby's.

También de Picasso, se vendió por 6,9 millones «Cabeza de mujer», en la que, a través de la representación de su musa y amante Françoise Gilot, el artista transmite «un optimismo que caracterizó su trabajo en los años inmediatos a la Primera Guerra Mundial».

Durante la subasta también despertaron interés piezas de Joan Miró o Chaïme Soutine, mientras que el surrealismo vino de la mano de «Primavera necrofílica», del catalán Salvador Dalí (1904-1989), vendida en 16,3 millones de dólares, y que ejemplifica «uno de los momentos más creativos de la carrera de Dalí», según Shaw.

También surrealistas son los cuadros de Miró (1893-1983) «Cabeza humana», de 1931, por el que se pagaron 14,8 millones de dólares, y en el que el artista español crea «un lenguaje visual único», así como «Pintura», que se vendió por 4,1 millones.

Otras de las pinturas más destacadas de la subasta fue el retrato de Soutine (1893-1943) «El botones del Maxim», por el que se pagaron 9,3 millones de dólares.

«El retrato de este modelo anónimo irradia una fuerza emocional única en la historia del arte del siglo XX, y el dinámico uso del pincel y los fuertes colores inscriben a esta obra en el culmen del trabajo de Soutine», señaló Shaw.

También hubo tiempo para las escultura, entre las que destacó la venta por 12,6 millones de dólares de «Prométhée», de Constantin Brancusi (1876-1952), una obra minimalista que combina influencias del primitivismo, el folclore rumano y la estética de las máquinas de la revolución industrial.