«Los cines han estado muy presentes en mi infancia», explica Beltran. «Uno de los de Lloseta, que cerró a principios de los 70, era de mis abuelos paternos y, además, trabajaron en el actual Teatre de Lloseta, que antes fue una sala de proyección. Aunque no había nacido cuando cerraron, he crecido con programas de mano, cajas de cintas de 35 milímetros y, sobre todo, muchas anécdotas relacionadas con el celuloide. Mis abuelos hablaban de ello como si marcara una época».
El fotógrafo ha tenido siempre «interés por los sitios abandonados, la arquitectura antigua y el patrimonio cultural. Quería contribuir de alguna manera a conservar un patrimonio que hoy en día se está destruyendo, parece que ahora lo antiguo no tiene valor».
Para el fotógrafo, estos espacios desamparados tiene «encanto». Son lugares que le sirven de «evasión», en los que puede «pasar horas haciendo fotos en lugares donde hace mucho tiempo que no entra nadie».
Beltran considera que «todo el mundo tiene recuerdos de los cines. En algún sitio leí que antes la gente iba al cine y ahora se va a ver una película, y es cierto. Yo me acuerdo cuando, de pequeño, iba al Lumiere con mi hermana, porque estaba cerca de casa y nos dejaban ir solos. Muchos de estos recuerdos se reviven con nostalgia y cariño, como casi todas las anécdotas que me han contado las personas que me han facilitado el acceso a las salas o las que han visto la página web».
Sobre los gestores actuales de las salas reconoce que, «en general, hay excepciones, la gente se muestra muy contenta por mi interés y están encantados de abrirlas para mí y enseñármelas».
Para el fotógrafo, lo más «impactante» de estos espacios es «verlos vacíos». «Los locales están cerrados, que no abandonados, y se acumula mucho polvo, pero, en general, no se conservan mal. Sí que me sorprendió encontrarme en el cine de Muro un proyector de 1926, que hasta entonces sólo había visto en fotos, o estar solo en un teatro como La Defensora Sollerense que, con sus tres alturas, resulta imponente».
En este recorrido por diferentes localidades de Mallorca, Beltran ha recopilado, «no solo fotos, sino también mucha información». Por este motivo no «descarta, en un futuro, hacer algo más con el material. Quién sabe si surgirá una exposición o un libro, pe, de momento, tengo que conseguir más material fotográfico».
Por este motivo, Sessió Contínua «no acaba aquí», sino que Andreu Beltran sigue trabajando en ello. «He establecido muchos contactos para visitar otros cines y teatros de la Isla en los próximos meses».
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