Los componentes de Beach Beach. | Guillermo Esteban

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Beach Beach son como un cromo de fútbol. De los más preciados. Por eso todos los festivales los quieren tener entre sus filas. Y aquí, en su tierra natal, también. Por eso el festival Jarana se fijó en ellos para tenerlos en su colección. Hoy, a las 00.00, estarán en el festival Jarana, en Sa Possessió de Son Rossinyol de Palma.

Como cualquier equipo, Beach Beach también fichan. Sustituyeron a Gabri, su anterior batería, por Ángel Garau, que cogió su testigo. Pero querían más y buscaron en el mercado de invierno para captar cedido con opción de compra a Lluís Cabot, que mantuvo su posición al bajo con Odette, pero en Beach Beach se pasó a la guitarra para reforzar la presencia de Pau Riutort, cantante y guitarra. Durante la entrevista, Riutor, el 10 del conjunto, simula el gesto de Cristiano Ronaldo cuando marcó en el Camp Nou: «Calma, aquí estoy yo», para explicar cual es el papel de Cabot. Un defensa infranqueable.

Tasteless Peace es el debut de un grupo que se ha transformado desde su EP, Leeuwenhoek. La filosofía de la formación estaba clara después de grabar el EP. «Tenía que ser un disco pop», asevera Tomeu Mulet, el bajista.

Para ellos, el Jarana, más que un festival, es un «revival». La gente les tiene ganas porque las expectativas son altas después de su evolución. El paso por el Primavera Sound, su alíneación a la discográfica La Castanya y los 19 conciertos que llevan a sus espaldas desde finales de marzo responden a la engendración de una escena que les ha recibido en Barcelona como nunca nadie lo hizo aquí. «Porque aquí no hay escena», comenta Riutort. Echan en falta esa hermandad que sí que han encontrado en la península. «Aquí no hay cambio generacional, ni público, ni salas», remarca Mulet. Para Riutort lo que ocurre aquí es igual que «cuando se hace el amor sin mirar a la cara». No hay sentimiento.

Tras su recorrido en este 2012, Beach Beach vienen dispuestos a presentarse ante los suyos como «el euro Málaga».