Los hermanos David y Jose Muñoz, Estopa, en una imagen promocional.

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De tocar en garitos de Cornellá a hacerlo en palacios de deportes. Estopa no apreció cuando se hizo mayor. Ni Jose cuánto le ha crecido la coletilla, que no tiene nada que ver con Obi Wan-Kenobi. Lleva 13 años con ella, como el grupo, parecía «un rabillo de un cerdo» y no se la va a cortar. Ya estuvieron aquí en marzo pero vuelven el domingo 26, a las 22.30, al Parc de Sa Torre de Felanitx. Habla David Muñoz, el hermano mayor.

—Estopa 2.0, ¿es una actualización?
—Es un reinicio, un segundo inicio. Inaugurar la segunda década de la formación con 2.0 está bien.
—¿Hasta qué punto es necesario reiniciarse?
—Uy, yo creo que las máquinas hay que reiniciarlas de vez en cuando. Los humanos cada diez años (risas). Es algo natural. Hemos abierto nuestra mente, se nos han quitado prejuicios.

—¿Qué tipo de prejuicios?
—Con todo lo que no sonaba a una batería real.

—¿Abrir su mente implica incorporar nuevos estilos?
—Sí, aunque la rumba sigue estando en nuestras venas, es nuestra sangre. Y el rock nuestra piel. En el nuevo disco hay tintes de jazz, en una canción un poco de swing. Hay un homenaje a Elvis, en Vacilón.

—¿Cómo os va la venta del disco? ¿Aún tiene vigencia el formato físico?
—Hombre, está un poco de capa caída pero nuestras ventas invitan a la compañía a volver a invertir en un futuro en discos. Aún les es rentable sacar un disco nuestro. Pero imagino que cada vez lo pueden hacer menos grupos.

—El 15 de septiembre cantará contra Eurovegas. ¿Por qué están en contra?
—Pensamos que se va a hacer más daño, no se van a crear puestos de trabajo para salvar a la crisis. No van a hacer algo como Las Vegas. Va a endeudar más las cuentas de los bancos. No es tan bonito como parece. Será pan para hoy y hambre para mañana. Otra burbujita más, otro Fórum como el de Barcelona.


—¿Dos músicos como vosotros también notan la crisis? Sinceramente.
—Sinceramente, sería muy cruel decir que nosotros notamos la crisis. Sería cínico. En vez de vender un millón y medio de discos como hace diez años ahora no hay pocos que vendan más de 100.000 y tenemos la suerte de ser uno de esos grupos.


—¿Qué ha cambiado desde vuestro trabajo en la fábrica de la SEAT?
—Aparte de considerar que estamos mejor pagados que antes, sigo haciendo una vida de lo más normal.

—¿No ha bajado su caché?
—No, el caché lo pone el público que viene a verte.