La actriz Llum Barrera posó ante la puerta del madrileño Teatro Lara, donde triunfa con ‘El manual de la buena esposa’. | J.S.

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«Estoy hasta arriba de trabajo y eso se agradece tras permanecer nueve meses en paro». Lo dice la actriz Llum Barrera (Alcúdia, 1968) tras el exitoso estreno en Antena 3 de la serie Pulseras rojas, -el 9 de julio registró un pico de 4,5 millones de espectadores-, y las más de 200 funciones de El manual de la buena esposa que representa en el Teatro Lara de Madrid. Mientras, los lunes, en su día libre, viaja a Barcelona para grabar la segunda temporada de Polseres vermelles -que se podría estrenar en enero de 2013- en la que ejerce de madre de Roc y payaso oficial del hospital en el que habita un grupo de niños enfermos.

—¿Se esperaba el enorme éxito de Pulseras rojas en Antena 3, que ya había triunfado en su versión original, Polseres vermelles, en TV3?

—No. Además coincidió con el primer día de rodaje de la segunda temporada en Barcelona, en el que se mantiene el modestísimo presupuesto de TV3, a lo que se añade la misma ilusión, ganas y calidad de la primera temporada. No esperábamos este boom. Al día siguiente, comentamos, más que sorprendidos, los índices de audiencia, con tres millones de espectadores de media y un minuto de oro de 4,5 millones.

—Los capítulos emocionan, divierten, enternecen...

—Es como la vida misma. Nunca se había rodado una serie desde el punto de vista de niños enfermos. Fue una apuesta personal de Mònica Terribas, -que hizo un trabajo encomiable al frente de TV3-, junto a Albert Espinosa. Quería crear la Física y Química de TV3. Y lo consiguió. Los adolescentes están enamorados de niños enfermos sin piernas… Y las niñas están locas por esta pandilla de calvos.


—¿En la segunda temporada se potencia su personaje?

—Los actores adultos tenemos menos presencia porque la narración se centra en las tramas de cada uno de los ‘pulseras'. Aunque mi papel sigue siendo más que bueno.

—¿No le cuesta hacer de payaso e interpretar el drama de una madre con su hijo en coma?

—El gran reto de este personaje es que ella siempre lleva el drama encima. Cuando se convierte en payaso no se olvida de que lo hace para su hijo, que está en coma. ¿Cómo puede hacer eso una madre? Y esa actitud es la que ha atraído a mucho público que ve la serie y dice: «¡Hostia, qué madre más valiente!». En la ficción lo puedo hacer; en la vida real no sé si sería capaz de ello.

—Steven Spielberg ha adquirido los derechos para rodar una versión en Estados Unidos.

—Empiezan a grabar en septiembre. Es emocionante pensar que Steven Spielberg ha visto la serie y me ha visto a mí, aunque hayan sido cinco minutos. Eso no me servirá de nada, pero es algo muy satisfactorio. La serie ya se emite en Islandia, Estados Unidos, Finlandia, Puerto Rico, México…

—El manual de la buena esposa, que representa en el Teatro Lara de Madrid, ha superado las 200 funciones y en enero inicia gira. ¿Qué ofrece al público?

—Que es una comedia basada en hechos reales de nuestra historia. Desde el Florido Pensil, la educación de los niños en la escuela franquista, no se había representado nada de esa época. Aquí hablamos de las mujeres, de cómo se las reprimía y aleccionaba en la doctrina franquista para estar sometidas a la voluntad de los hombres. Es todo un drama, convertido en comedia, lo que encanta al público.