El grupo británico de rock también actuó en Palma en los años sesenta cuando se encontraba en la cúspide de su éxito.

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Paradise of Love o l’Illa imaginada (Documenta Balear, 2012) es un libro que arroja luz sobre la evolución de la música mallorquina de los sesenta. Poseedor de un caudal informativo realmente deslumbrante, el trabajo del musicólogo Francesc Vicens (Palma, 1977) fluye a partir de las canciones, salas de fiestas, sellos discográficos, películas y festivales musicales cuya incorporación a la sociedad mallorquina trajo consigo un nuevo diseño de adolescencia.

Generalmente, tras un ensayo que relata los agitados sesenta, suele esconderse un quijotesco y romántico activismo de izquierdas, y algo de eso hay en esta crónica alérgica a las ideologías doctrinarias, que deja bien claro que la juventud del momento pretendió cambiar el mundo pero siempre y cuando se lo pasara bien en el intento.

Revolucionario

«El sustrato revolucionario de los sesenta generó una transformación social absoluta en lugares como Estados Unidos, Francia o Inglaterra, sin embargo en España esa metamorfosis quedó muy edulcorada, no comportó conductas contestatarias», explica Vicens. La juventud española, encorsetada por una dictadura poco dada a flexibilizar su política interior, se limitó a asumir la parte más lúdica de un plan maestro que comenzaba a propagarse con buenos resultados por el resto de globo.

«En Mallorca, como en el resto del estado, la asimilación de la estética sesentera se hizo patente en la indumentaria, los peinados y la decoración de los clubs, pero no existía el conflicto intergeneracional que estaba dándose en otros países. La culpa fue del régimen, que adoptó una postura muy inteligente: fue permisivo con los aspectos más lúdicos que llegaban en oleadas desde el extranjero, para que la gente se lo pasara bien y no se diera a la canción protesta y otras actividades subversivas», de ese modo se estableció un pacto quid pro quo «que muchos mallorquines llegaron a creerse».

Paradise of Love o l’Illa imaginada repasa de manera exhaustiva la época dorada del pop mallorquín, habitado por «Los Javaloyas, Los Bohemios o Los Z66, entre otras muchas bandas que se convirtieron en amplificadores de lo que sucedía fuera de nuestras fronteras», confirmando a Mallorca como faro guía de la escena nacional por su condición de centro de acogida turista. «La afluencia masiva de visitantes acabó influyendo en la música que se hacía en la Isla, muchas bandas que iniciaron su andadura con repertorios folclóricos adoptaron una amalgama de sonidos donde se citaba la canción francesa e italiana, el rock americano y el pop británico», añade Vicens.

Esta obra, muy documentada, puede llegar a marear al neófito pero hará las delicias del aficionado al género, ya que ofrece una extensa panorámica que no se queda en los grandes nombres, sino que bucea en los recovecos de la escena subterránea. «Era una compilación necesaria, no existe otra obra que recoja las evoluciones de los grupos mallorquines de los sesenta», opina.

Entre otros aspectos, Vicens aporta su visión sobre la visita a la Isla de Jimmy Hendrix, Louis Armstrong o The Kinks, así como el impacto que causó en la juventud la escena de clubs, abanderada por el mítico Sargent Peppers o Barbarella.