La actriz María León, que ha vivido un año lleno de éxitos, posó ayer en Es Baluard. | M. À. Cañellas

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Capaz de interpretar un desgarrador personaje en La voz dormida (2011) –con el que consiguió un Goya y la Concha de Plata del Festival de Cine de San Sebastián–, esta actriz andaluza conserva en las distancias cortas todo el gracejo y la espontaneidad de los de su tierra, que combina con la seriedad de quienes, a pesar de su juventud, ya han bregado con la vida, por mucho que en su corta carrera profesional ésta le haya tratado muy bien. Hablamos de María León (Sevilla, 1984), que hoy presentará la citada película en la Sala Augusta de Palma para abrir el Evolution Film Festival.

«Es una película que toca porque está hecha para que toque», dice la actriz del filme –dirigido por Benito Zambrano y basado en una novela de Dulce Chacón–, una película que habla de la Guerra Civil, pero de mucho más, de «historias de amor y de mujeres que luchan por vivir y por enamorarse, son mujeres muy vitales que nos hacen recordar lo que vivieron nuestras abuelas, de hecho, ahora entiendo mejor a la gente mayor». Así, con este discurso que le sale de corrido quiere animar al público a que acuda hoy al cine, donde la película se proyectará a las 18.30 tras una alfombra roja que presidirá.

Con sólo tres películas en su haber –otra de ellas es Carmina o revienta, dirigida por su hermano, el popular Paco León, y en la que también trabaja su madre–, María consiguió otros tres premios con el filme de Zambrano, con el que también se llevó un Fotogramas de Plata.

Tras un intenso año de promoción, reflexiona sobre todo lo que le ha sucedido y comenta que ha «aprendido a disfrutarlo», que sólo es «un escaloncito», que lo que quiere es «seguir contando historias» y también que, a veces, se dice a sí misma que se siente como «una estafadora que no merece tantos premios». De momento, éste ha sido su gran año, que ha vivido con «vértigo y respeto», pero espera que el futuro aún le depare muchos personajes en los que sumergirse.