«Hans Werner Henze, uno de los más versátiles e influyentes compositores de nuestro tiempo ha muerto», comunicó la editora en una extensa nota en su página web, que no precisa la causa del fallecimiento.
Henze alcanzó la fama tanto por su extensa obra musical, especialmente sus composiciones para teatro, como por su gran compromiso político, denunciando el nazismo y defendiendo con igual pasión el comunismo.
Su extenso trabajo musical incluye cerca de 40 obras para teatro, óperas, diez sinfonías, conciertos, obras de cámara, oratorios y un réquiem compuesto por nueve conciertos sagrados.
«Muchas cosas deambulan desde la sala de conciertos al escenario y viceversa», aseguró Henze en una ocasión.
Según la nota de su casa discográfica, lo verdaderamente «único» de este amplio trabajo «es la unión de la belleza atemporal y el compromiso contemporáneo».
Entre las cumbres de su creación destacan sus colaboraciones con el poeta austríaco Ingeborg Bachmann, con quien compuso El príncipe de Homburg (Der Prinz von Homburg, 1958-59) y El joven Lord (Der junge Lord, 1964) y los dramas musicales Elegía para jóvenes amantes (Elegy for Young Lovers, 1959-61) y Los Bassarids The Bassarids, 1964-65).
Su compromiso político surgió de la mano de las enseñanzas de su padre, un maestro de escuela, y se ahondaron con sus experiencias como prisionero de guerra en la Alemania nazi de Adolf Hitler.
Más adelante se involucró políticamente en las revueltas de 1968 y la revolución cubana, y decidió traducir su compromiso en un nuevo lenguaje musical.
Fruto de esta determinación nacieron obras clave en su trayectoria como compositor como Vamos al río (We come to the River, 1974-1976) o su novena sinfonía, una obra coral en siete movimientos basada en la novena «La séptima cruz» de Anna Seghers, un monumento contra el fascismo y la guerra.
En 1976, Henze fundó la Cantiere d'Arte en Montepulciano (Italia) y en 1988, la Biennale de Múnich, de las que fue director artístico hasta 1994.
Henze nació el 1 de julio de 1926 en Gütersloh (noroeste de Alemania) y fue educado desde joven en una perspectiva socialista de la mano de su padre, durante la convulsa república de Weimar, un período especialmente turbulento en la historia de Alemania que antecedió a la ascensión del nacionalsocialismo.
Tras la llegada de Hitler al poder en 1933, Henze comenzó a llevar una vida doble, estudiando por la mañana en un conservatorio el currículo oficial y tocando música de cámara en una casa de una familia en parte judía.
Su padre murió en el frente oriental durante la II Guerra Mundial y Henze fue movilizado de forma forzosa en 1944, con el Ejército alemán ya en retroceso, y terminó encarcelado en un campo de prisioneros de guerra británico.
Su compromiso político y sus apuestas musicales lo separaron de sus colegas alemanes y en 1953 se trasladó a vivir a Italia, donde fijó su residencia hasta poco antes de su muerte.
La música «es lo opuesto al pecado: es la redención, la tierra prometida», aseguró Henze.
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