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Se puede interpretar como una advertencia de la existencia de tríadas chinas en Barcelona, aunque Andreu Martín (Barcelona, 1949) no concibe Sociedad negra más allá de una ficción. Es un tema que le atrae. El límite de lo que es real y lo que es ficción. «Si despiertas a la bestia igual te suelto una conferencia tremenda», avisa. El destape de tramas como la de Gao Ping o el caso Emperador le dan la razón. El escritor, que presentó ayer Sociedad negra en la librería Born de Llibres de Palma, se reunió con jueces, periodistas e incluso chinos, que, aún siendo «herméticos», desvelaron entresijos de sus compatriotas para que Martín se documentara antes de tratar la posible existencia de mafias chinas en la Ciudad Condal.

—¿En qué momento decide convertir en ficción la realidad?
—A partir de que escribo dos novelas con Carles Quílez, mi visión de la jugada cambia. Tras el aprendizaje que adquirí y los contactos que él me propició me hago la pregunta: ¿Por qué nos tenemos que inventar la ficción cuando tenemos una realidad formidable? La ficción lo que tiene que hacer es un proceso que transforme esas cosas inexplicables de la realidad y le de una explicación. Ha sido mi ejercicio en Sociedad Negra.

—El lector se topa con una ficción muy real.
—Es igual, es ficción. Pero, ¿cuántas cosas vemos detrás? Además, luego viene la realidad y te da la razón porque se destapa el tema de Madrid de Gao Ping.

—Su labor sirve para ampliar el contexto que el periodismo olvida.
—Yo lo monto de tal manera de que tú lo veas y te lo creas sabiendo que es mentira. Pero luego detrás de todo el juego de los chinos hay descripción de la sociedad, de la complejidad, de la justicia, de cómo una mafia se persigue o se deja de perseguir porque molesta o no.

—Es lo que sucede entre tríadas. Se matan entre ellos.
—Son muy prudentes. Si lo hacen entre ellos saben que la policía española no se meterá. ¿Cuándo se mete la policía? Cuando evaden divisas, y con el blanqueo de dinero.

—En el libro también refleja las discrepancias entre los policías.
—Sí. Al veterano un buen día le dicen que va a instruir a jovencitos. Los pipiolos durante un tiempo trabajan al alimón y después le dicen al veterano que se vaya a su despacho a hacer crucigramas. El Cuerpo Nacional de Policía ve cómo el gran veterano que tiene el culo pelado de hacer guardias, persecuciones e informes ha sido desplazado por unos jóvenes.

—¿Dónde están los límites de la investigación?
—En principio los ponen los jueces, pero detrás de todo siempre están los políticos.

—¿La sociedad tiene miedo a la inmigración?
—Sí, es una reflexión sobre la globalización del crimen. La gente que vive en otros sitios, en otras condiciones, genera un tipo de delincuencia. Si cuando yo me acerco a la policía y me dice que de los chinos no se habla, pues de las maras salvadoreñas mucho menos. Las maras salvadoreñas son unas de las cosas que más preocupan hoy día a la sociedad europea, a la administración de justicia europea le preocupan mucho un tipo de delitos y delincuentes que se escapan de la lógica, mucho más allá de los chinos.