Diabéticas Aceleradas puso el broche final a doce horas de teatro. | Nuria Rincón

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Blai Bonet dejó plasmada en papel su intención de que se hiciera «lo posible y lo imposible para que el Teatre del Mar existiera». Se hizo. Y este año cumple 20 años. En ese marco la Associació d'Espectadors del espacio propuso ayer una maratón de espectáculos durante 12 horas seguidas. De reivindicación, porque «la cultura no és un luxe» y de festividad, «queremos 20 años más de Teatre del Mar». El lema era doble. Las persianas de las taquillas, bajadas porque el acceso al recinto era gratuito, estaban repletas de carteles que reprobaban la subida del IVA y criticaban los recortes en cultura.

Los Tambors per la Pau, muy compenetrados, hicieron retumbar el vecindario del Molinar por la mañana. Antes actuaron Castellers de Mallorca. A continuación hicieron lo propio Mallorca Clown y Llaüt digital proyectaron videoclips.

La tarde la recibieron los Xeremiers de Sóller y Centimets, de Discussions Productives. Toni Pons y Carol Suárez expusieron la relevancia del silencio, «es oro», proclamaban.

El director del Teatre del Mar, Carles Molinet, quiso felicitar a la Associació d'Espectadors, compuesta de unos 80 miembros, por el programa que confeccionaron y aseguró que ante la situación por la que pasa el teatro, «la única solución es la autoexplotación, trabajar sin cobrar».

Uno de los espectadores que acudieron a ver a Clara Ingold, Llorenç Pérez, reconoció «la labor de abrir las puertas y poder elegir a la carta las obras».

Salvador Oliva representó un monólogo que, curiosamente, trataba sobre una maratón. Pep Noguera, entrada la noche, recordaba las obras que pasaron por el teatro durante sus dos décadas de vida antes de subir a las tablas con las Diabéticas Aceleradas. Como colofón se convirtió en dj para despedir al público presente.

La vencedora de la maratón no fue otra que la cultura. La que llegó primero y se fue la última, porque «crear es resistir, resistir es crear», lo dijo Stéphane Hessel.