La artista entró en escena descalza y convenció al público del Festival Grec, que completaba el aforo del teatro, con 2.105 localidades, con una actuación que transcurrió in crescendo . Canciones propias se entrelazaron con clásicos como Siboney , de Lecuona. Buika mezcló estilos tan populares como el flamenco, el latino o el Jazz cubano.
Del universo gitano, la cantante hereda la fuerza y el descaro; del acento latino el ritmo y del jazz sus reglas y un cierto aire sofisticado. Son tres estilos donde la improvisación tiene un papel relevante, que la versátil cantante aprovecha con maestría. «Yo no sé de música, ni de amor ni de la vida pero cuando lo necesito las utilizo perfectamente», aseguró una firme Buika, quien advirtió que «algo mágico va a pasar esta noche».
El público aplaudió a rabiar la capacidad de convertir en música un gemido, una voz desgarrada o un sonido gutural, y rió las ocurrencias personales que la artista añadía a la letra de algunas canciones. Fueron especialmente sentidos los temas que empezaron en clave flamenca y, a media canción, se adornaban con acentos latinos y percusiones africanas, con la colaboración del pianista Iván Melón Lewis y Ramón Porrina en el cajón flamenco. La mallorquina demostró su intuición escénica y el gusto por romper los géneros hasta fundirlos en un estilo personal. La artista, experta en cantarle al amor imposible, encarnó la máxima expresión del mestizaje.
Su actuación en el Grec resultó un gran éxito.
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