El actor y director José Martret posó hace unos días en Palma para este periódico. | Irene Humet

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José Martret (Palma, 1971) dejó la Isla hace más de 20 años para embarcarse sin fecha de regreso en una aventura en Madrid que, a día de hoy, no ha dado más que frutos. Su intención entonces era sumergirse en el mundo del cine, un terreno que «me apasiona», pero, finalmente, encontró el éxito en el teatro, junto a Alberto Puraenvidia, con La Casa de la Portera, una sala «que huye de lo tradicional», un acierto que ha sobrepasado «todas nuestras expectativas». Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, o la reputada periodista Rosa Montero han sido algunos de los huéspedes de esta portería que apuesta por «experiencias escénicas muy cercanas con el público, únicas y diferentes». El actor y director está descansando estos días en Palma antes de regresar a la Capital y centrarse en la nueva temporada de La Casa de la Portera.

—Después de tanto ajetreo en Madrid, ya era hora de descansar en su tierra, ¿no?
—He venido a pasar unos días en Palma. Necesitaba tranquilidad, a la familia y a los amigos, antes de regresar y volver al trabajo duro.

—¿Ha digerido ya la gran repercusión y el éxito obtenido en La Casa de la Portera?
—Supongo que sí. La Casa de la Portera nació fruto de la necesidad de crear cosas nuevas en un momento de crisis como el que vivimos. Pensábamos que podría gustar, pero nadie tiene la clave del éxito. Empezó a funcionar muy bien con el boca a oreja... El mayor punto de inflexión fue cuando nos visitó Rosa Montero y nos dedicó su artículo de El País. Después vino Vargas Llosa y la prensa internacional se hizo eco de nuestro trabajo. Entonces nos dimos cuenta de que algo estaba pasando.

—¿Cuál ha sido su mayor satisfacción?
—Que la gente del mundo del teatro, actores, dramaturgos o directores, se haya interesado en saber qué es La Casa de la Portera, creo que es nuestro mayor logro con diferencia.

—Recientemente ha introducido géneros como la música o la danza.
—Recibimos muchas propuestas y finalmente nos decantamos por conciertos ‘desenchufados'. Se inauguró con la cantante Fee Reega, que es fantástica, y Algora. En cuanto a la danza, el prestigioso coreógrafo Chevi Muraday traerá un espectáculo íntimo que luego llevará por todo el mundo.

—¿Temen al efecto de ‘moda pasajera'?
—Yo vivo siempre en el presente, no pienso más allá.

—¿Tiene algún proyecto entre manos?
—Llevo un año trabajando en algo nuevo, pero puedo adelantar nada todavía. Sólo diré que está relacionado con La Casa de la Portera.

—¿Un ‘bombazo' así sería posible en Mallorca?
—Podría ser, pero no en este momento, no porque no haya gente capaz, sino porque no hay medios, es muy triste el hachazo criminal de las instituciones a la cultura. En Madrid hay más opciones, aunque poco a poco también están desapareciendo.