Joan March, Sebastián Cabot, Ata y Max, ayer en la puerta del hotel Palladium de Palma. | Nuria Rincón
Nicolás, el protagonista de la novela gráfica Perros y clarinetes, no está hecho a imagen y semejanza de su padre, Sebastián Cabot. Aunque se le intuye cierto parecido. «Es un poco tímido», inclusive el aspecto físico. Bueno, «con 20 kilos menos», bromea Cabot, quien junto a Joan March, que ejerce de guionista, han parido su obra debut cuyo única pretensión es «divertir» al lector. «Yo tengo un látigo y le voy dando», suelta Cabot en tono jocoso. «El dibujante es él y de vez en cuando me deja poner una línea», dice March. No es que el primero haya ‘azotado' a base de látigo al segundo, sino que la simbiosis es absoluta. No sólo sobre el papel, también en la realidad. Aún les impresiona que Nicolás se haya dado a conocer en medios nacionales, hábitat de Max, que ya curte su próximo libro, Conversación de sombras en la villa de los papiros, previsto para finales de noviembre.
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