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La apertura de la 25 temporada de la Orquestra Simfònica llega mañana al Auditòrium de Palma con efectos balsámicos tras unos meses agitados en lo económico y en lo laboral. El programa, marcado por «el alma» del director, Josep Vicent, es ya una realidad y se presenta como el punto de partida de un proyecto «ambicioso» en el futuro, el inicio «del trabajo en la normalidad». En definitiva, de una temporada «curativa para todos».

Para el arranque, Josep Vicent ha apostado por un cartel «de infarto. Al que no le dé escuchándolo es que no tiene sistema nervioso», bromea. Sonarán obras de Dvorak, Chaikovsky y una pieza muy «mía», la Séptima de Beethoven. El maestro sostiene que musicalmente se siente «como nunca», y que ese sentimiento está acompañado de una relación «ya madura» con la Simfònica, a la que asegura «conocer bien». Dice que «nunca he tenido una relación tan buena con una orquesta» y que, en estos momentos, entre él y los músicos se da una especie de vínculo musical fuerte que todos pondrán al servicio un buen trabajo conjunto. «Es un momento muy especial», afirma.

Vicent es consciente de que el concierto del sábado será como un reestreno para la orquesta, como «un viaje iniciático», el primero de los doce de la temporada, pero no los únicos, ya que alrededor de ésta espera programar otras actuaciones. Cabe recordar que tras la firma del acuerdo de los músicos con el consorcio este programa oficial se trabajó en un tiempo récord para salir a actuar lo más pronto posible, y en el Auditòrium, una vuelta al hogar que el maestro valora muy positivamente. «Es muy importante».

Aunque el cartel se ha elaborado «a contrarreloj», Vicent asegura que se ha confeccionado una temporada «bella, digna, ambiciosa», con «un equilibrio general» en la que tienen cabida con naturalidad, dice, los homenajes que propuso el consorcio: a Bernat Julià, compositor recientemente fallecido, y al director Luis Remartínez, que cogerá una vez más la batuta en el concierto del próximo día 15.

Entre los planes de futuro, que por ahora han quedado fuera, «tenemos una asignatura pendiente, la de programar a más compositores vivos, y a más vivos de aquí».