Románticos y malditos. En el siglo XVIII una cosa llevaba a la otra y, con un poco de mala suerte, la tuberculosis se encargaba del resto. Siglos después el romanticismo sigue sin tener cura y aún hay quien lo ve todo negro. El negro, ya saben, ese color que combina con todo y cuyo imparable ritual de fornicio con la música ha servido para alumbrar a artistas torturados, compositores depresivos y cenizos hipersensibles. Dani Martín es romántico, pero en el mejor sentido, el madrileño es capaz de sonar negro como el betún y al tiempo exhibir templanza y ternura. Visitará el Palma Arena este sábado 23, a las 21.00 horas.
Lo tiene claro: «La vida es mi única inspiración», casi una obsesión, «sólo me preocupa cocinar con las situaciones que se atraviesan en la vida cotidiana de las personas», confiesa. Y se nota. El homónimo Dani Martín (2013) es su último trabajo hasta la fecha, en él traza una mirada intimista, retrospectiva y algo taciturna donde «implico mis emociones y mi realidad», que contrasta con su filosofía de vida «súper positiva y alegre. No me gusta señalar ni criticar, me gusta buscar soluciones». Le ha cogido el gusto a escarbar entre diferentes estilos para levantar canciones recias que sorprenden con nuevos matices de expresión, sin abandonar nunca su incorruptible identidad, «se va aprendiendo e incorporando cosas pero respetando la base», indica. Sus composiciones maniobran entre claroscuros, hablan de amor, soledad y supervivencia, «temas universales» que acuden al cliché para luego elevarse por encima de él. ¿Que tipo de show espera a sus fans? «Un recorrido interactivo por mis canciones de dos horas de duración, donde espero que se olviden de todos sus problemas».
Dani Martín. Palma Arena. Sábado 23 de noviembre, a las 21.00 horas.
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