El culto a la sencillez, al rock & roll clásico, al folk añejo y, nuevamente, al sonido americano de los 50 y 60 prevalece en su último trabajo, un álbum que exige una cierta dedicación, integrado por canciones reducidas a su esencia donde los estribillos fácilmente tarareables han desaparecido. «Es una decisión que ya habíamos puesto en práctica en nuestro anterior trabajo (Crepúsculo, 2001)», explica Diego Vasallo, responsable de unas letras que parecen evocar los principios de la literatura romántica del siglo XVIII, aquella nostalgia por lo irrecuperable. «Tanto a Mikel como a mí siempre nos ha fascinado el paisaje literario escocés de autores como Robert Louis Stevenson o Walter Scott». Los donostiarras vuelven a manifestarse en su plenitud, con un aire «muy folk, muy del estilo del Dylan más reciente, aunque también hay influencias de Johnny Cash», de ahí el sonido oscuro y alambicado que entabla un diálogo directo con el oyente. «Siempre me gustaron las canciones que parecen hablarte solo a ti». El duelo incluye una versión de una canción tradicional menorquina, Llora guitarra, «visito a menudo Menorca y con el tiempo he ido descubriendo su folk tradicional, nos pareció interesante incluirla».
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