Los tres ingredientes de este proyecto que le propuso la Casa del Lector «me sedujeron: La única biblioteca de la antigüedad que se conserva, Epicuro y un volcán en erupción». El reto era poder explicar «de forma atractiva» «qué era la villa de los papiros, qué sucedió allí, explicar cómo se vivieron esos momentos de incertidumbre, qué conserva esa biblioteca, y relacionarlo con el contexto histórico y filosófico». Max evita «un cómic histórico, o una historieta de romanos» y fantasea con dos personajes, un estudiante y un filósofo-bibliotecario, para conducir al lector a los acontecimientos.
Robert Graves, «su vinculación con el mundo clásico, con mi obra y con Mallorca» marcaron los primeros rasgos del personaje más maduro, Filodemo, que tratará de calmar «los temores imprecisos» del joven estudiante durante una conversación «en la que salen todos los datos de la historia en sí». Y para ello planteó el diálogo en base al esquema «de Quijote-Sancho o El Gordo y el Flaco».
Para completar la obra se incluye un apéndice con «uno de los pocos escritos que se han conservado de Epicuro, una carta escrita a Meneceo, ya que lo demás se sabe por sus discípulos. Además de otro material, que permite «situar al lector sobre qué sucedió durante la erupción». Max, que conoció al filósofo a raíz de su trabajo La amistad según Epicuro , de la colección Filosofía para profanos, reconoce que «me gustan sus ideas, que vienen al pelo en estos momentos. Predicaba una vida sin miedo a la muerte, tenía fervor por la amistad y por los placeres cotidianos de la vida. Decía que la felicidad es poder compartir con un amigo higos, aceitunas y un vaso de vino».
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