TW
1

Josep Brú (Cadaqués, Girona, 1932), ceramista y pintor, ha dedicado toda su vida al arte, «desde que era un niño, me gustaba observar cómo trabajaba mi abuelo», Lluís Brú. Sobre todo ha trazado su especialidad, el mosaico, en un juego de composiciones artísticas que tiene consecuencias físicas, «acabas con las manos destrozadas, tienes que ir piedra por piedra...», pero, en contrapartida, también «me ha reportado muchísimas satisfacciones», confiesa. Ahora, más de quince años después de su última exposición, el artista vuelve «a la vida» con una muestra de pinturas y mosaicos de creación reciente. Se inaugura mañana, a las 20.00 horas, en Can Busca de Artà (calle Teulera, junto al hospital de la localidad).

Hace más de 40 años que Brú estableció su residencia en Artà, en la mágica finca Sa Caseta. Sus lazos con la Isla se comenzaron a estrechar «desde niño, cuando venía con mi abuelo». Desde entonces, «siempre he trabajado para particulares, pero se podría decir que siempre he colaborado con la familia March». Sobre todo con Bartolomé March, «mi amigo, era un mecenas del arte, le gustaba mi trabajo, teníamos muy buena relación, puedo decir que era un tío cojonudo». Brú, de 82 años, recuerda obras que levantó para esta poderosa familia, sobre todo en el Palau Mach de Ciutat, donde «casi todo es obra mía», o la del panteón familiar que se ubica en el cementerio de Palma, una labor que se prolongó «durante más de siete años». También en el hall de la Torre Cega de Cala Rajada, cuya reinauguración presidieron los Reyes. Allí se encuentra un mosaico que adquiere forma de suelo tridimensional, en tonalidades azules y verdes.

El mosaico es lo que ha construido la carrera de Brú, pero la pintura «me da cierto descanso, porque el mosaico es pesado... si estoy dos semanas pintando, eso me ayudaba a continuar luego con los mosaicos».

Josep Brú no cree en una «evolución» en su obra. Así, lo que se podrá contemplar en Can Busca «es lo que he siempre he hecho», pinturas y mosaicos figurativos, inspirados por la naturaleza y llenos de color. «Como la vida», concluye.