El filme parte de un cortometraje realizado en 2005. “La idea era rescatar lo que los directores hicieron aquel año atendiendo a los fenómenos que están sucediendo ahora”, indica su guionista, Rosa Cabrera. Pretendían mostrar “otra realidad el cine español que como no es visible tampoco es conocida”. Ahí asoman la cabeza El Cosmonauta o El mundo es nuestro, financiadas a través de brillantes campañas de micromecenazgo. Un sistema que, en opinión de Cabrera, “está bien que aparezca pero tiene que ser una alternativa y no el modelo imperante”.
El documental sirve de ventana de exhibición. “Planteábamos no sólo hablar de los filmes low cost, sino de toda la industria cinematográfica incluyendo la producción, distribución y exhibición”, continúa Cabrera, que resume las impresiones de los más de 40 entrevistados. “La gente consume cine, pero de otra manera. Todos insisten en que al espectador hay que darle un valor añadido, ya no vale con proyectar la película y punto. También se está planteando bajar el precio de las entradas en función de su presupuesto”.
No existen numerosos rasgos similares entre los cineastas que se dedican a ofrecer largometrajes independientes. “El único punto en común que señalaría es el empeño y entusiasmo de esas personas por sacar la cinta adelante. En ocasiones están apostando mucho dinero que sale de ellos mismos. Hacen la película contra viento y marea y a veces ni siquiera saben si la van a poder estrenar”. Son David contra Goliat, Jonás contra la ballena. Saben que están en condiciones desfavorables, pero aún así la pasión les impulsa a seguir batallando. Es el coraje de sacar a flote proyectos sin apenas apoyo.
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