Era 1990 cuando Mallorca se despedía de Juli Ramis. Acababa de recibir la Medalla de Oro de la Comunidad Autónoma, un reconocimiento a una obra curiosa, abierta al aprendizaje desde sus inicios, tan ambiciosa de conocimiento que determinó su marcha de la Isla con apenas veinte años. Ramis salió para empaparse de lo que ocurría fuera, en Barcelona y en París, donde tuvo ocasión de observar y conocer a los artistas de las vanguardias, y más tarde en Londres y Tánger.
Era un hombre «introvertido y terriblemente desconfiado». Lo cuenta Pere A. Serra, presidente de honor del Grup Serra y coleccionista de su obra, en el libro que le dedicó en 2011. Este aspecto de su carácter no le privó de relacionarse con sus coetáneos, artistas y maestros como Picasso, Maria Laurencin, Wols, Archie Gittes, Fautrier o Miró.
Fue en esa apertura cuando Ramis pasó de la figuración a la abstracción, experimentó en la búsqueda de la modernidad, lejos de lo que por entonces se hacía en Mallorca, el paisajismo postimpresionista.
En 1954, la revista Times seleccionó a Juli Ramis como uno de los cien mejores pintores vivos del mundo. Un año antes había conocido a la que fue su esposa, la pintora inglesa Joan Benedetta Foster, quien falleció el pasado viernes en Palma a los 101 años.
Su pintura entonces alcanzaba la madurez, participaba en bienales, se exponía habitualmente en Londres, también en Tánger. En 1970 volvió a Mallorca. Regresaba con su nombre consagrado y Sóller le homenajeaba con una retrospectiva.
Durante estos veinticinco años Mallorca le ha dedicado distintas exposiciones. En 1991 se presentó una triple antológica en el Centre Sa Nostra, la Banca March y sa Llonja. En 2010, con motivo del centenario, Es Baluard exponía su pintura con la de amigos, maestros y conocidos que influyeron en su trayectoria. Can Prunera se hacía eco de la efeméride con una muestra comisariada por Joan Oliver ‘Maneu'. A pesar de todo, hoy su talento está por redescubrir.
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Si, un gran Pintor, un gran Artista, tuve el placer de conocerle en los años 70, gran persona y que no se merece el trato dispensado por las autoridades y los mecenas, esos que tienen parte de su colección y que en el valle sabemos quienes son. En su tumba, hay una pequeña lapida, ya casi no se ven los datos. Flores, al menos en el día de todos los Santos... Nada de nada, una vez le puse un ramo de flores, me dio mucha pena, ver como algunos se aprovecharon de su talento y no hubo hueco póstumo. Como arte, me quedo con la época de su estancia en Tánger, genial y un genio en el olvido!