«Antes, a un libro de poesía no se le llamaba poemario, y no me gusta porque me suena a urinario». Estas palabras denotan la actitud inconformista y punky de una de nuestras poetas más celebradas, Antonina Canyelles (Palma, 1942).
«Muchas personas que compran mis libros no son lectores de poesía»
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En el campo de mis preferencias, la autoironía salva más al mundo que la ironía.