Guillermo García-Calvo, durante sus ensayos con la Simfònica para ‘Salomé’. | Joan Torres

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«La ópera es un género musical siempre complejo de ejecutar, yo diría que el más complicado, y quizá, por eso mismo, es el que te hace sentir un privilegiado cuando lo abordas como director en una función que resulta satisfactoria», explica Guillermo García-Calvo sobre su trabajo en la versión semiescenificada de la Salomé, de Richard Strauss, que prepara en el Teatre Principal de Palma para los días 10 y 13 de marzo.

En los doce últimos años, García-Calvo ha mantenido una estrecha relación con la Ópera Estatal de Viena, donde se ha responsabilizado de la preparación musical de más de medio centenar de títulos del repertorio operístico, un currículo por el que ha sido citado a las primeras representaciones en Palma de la obra concebida por Strauss sobre la ficción homónima del escritor Oscar Wilde.

«En esta ópera, Strauss está al límite de la ruptura con la tonalidad, y al abordar una pieza con una dificultad tan abrumadora todos, cantantes y músicos, tenemos que ser conscientes de una prueba de fuego, y si conseguimos pasarla, como estoy convencido de que va a ser en esta cita de Palma comprobándolo en cada ensayo, será la mejor de las satisfacciones que puedes llevar a tu carrera», señala el director.