De los más de 200 objetos que salieron a subasta, se han vendido el 98 por ciento, liderando la venta un gran jarrón de loza denominado Trípode, que se vendió a un coleccionista privado por 237.449 euros, más del doble del valor estimado inicial (de entre 99.455 y 149.182 euros), según datos de la casa de subastas. En cuanto a cotización, le sigue otro gran jarrón de 1953: 'Gros oiseau Picasso', vendido en 132.088 euros.
Las obras subastadas, propiedad de Nina Miller, están caracterizadas por «el destacado sentido de libertad e innovación» tan propio de Picasso y sus precios de salida oscilaban entre las 800 libras (unos 1.000 euros) y las 80.000 (101.332 euros).
Lucy Rosenburgh, especialista de Sotheby en cerámicas de Picasso, señaló que estos resultados «demuestran la enorme atractivo de la cerámica» del pintor malagueño.
EL ACERCAMIENTO A LA CERÁMICA
En el verano de 1946, Picasso conoció a George y Suzanne Ramié en su estudio de cerámica de Madoura, en la ciudad de Vallauris, en el sureste de Francia, que habían inaugurado en 1938.
Allí Picasso se entusiasmó con esa técnica e inmediatamente empezó a modelar figuras de animales, descubriendo las posibilidades artísticas que le brindaba ese medio.
Simultáneamente con su otro trabajo, la cerámica le permitió un rico intercambio entre las ideas acerca de la imaginería y la forma.
El artista malagueño revitalizó la tradición de la cerámica con una variedad inagotable de formas, técnicas e imágenes, y a través de sus ediciones compartió su visión con el mundo.
«Picasso llevó sus innovaciones en profundidad y lo hizo con cada otro medio», dijo Lucy Rosenburgh, de Sotheby's. Su material y composiciones mejoran las formas de sus vasos. Por ejemplo, el borde circular u oval de un plato se convierte en el anillo literal de una plaza de toros».
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